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54: Capítulo 54 – Tu autocontrol es terrible 54: Capítulo 54 – Tu autocontrol es terrible Editor: Nyoi-Bo Studio Algo muy bueno acerca de Sheng Yize era que era un hombre de palabra, y como tal, llevó sus notas para enseñar a An Xiaxia.
En ese momento, An Xiaxia ya se había puesto el pijama y yacía sobre su cama, viendo un vídeo que alguien más estaba transmitiendo del concierto de Rong Che.
Mientras estaba absorta en su magnífica y letárgica voz, alguien tocó la puerta.
Pensó que era An Yibei o quizás el Papá An, así que respondió con toda tranquilidad.
—Adelante.
La puerta se abrió y, por un rato, no hubo ni un otro sonido, lo que confundió a An Xiaxia.
Levantó la cabeza solo para mirar directamente al rostro atractivo de Sheng Yize.
Se quedó congelada.
Maldita sea, ¿qué diablos?
—¿Qué haces aquí?
—preguntó An Xiaxia.
Su rostro estaba lleno de cautela mientras lo miraba.
Sheng Yize agitó los libros en sus manos y sonrió con superioridad.
—Enseñarte.
¿No deberías sentirte agradecida al punto de las lágrimas?
La respuesta instintiva de An Xiaxia era quejarse.
—Soy la última persona que querría eso.
¡Todavía tengo que ver la transmisión de mi querido Rong Che y, después de eso, tengo que jugar videojuegos!
La boca de Sheng Yize se crispó.
—De verdad estás obsesionada con el internet.
—Jum…
¿¡qué te importa!?
—An Xiaxia puso mala cara—.
Eres tan famoso, ¿no deberías estar ocupado?
Ve a practicar o escribe una canción.
¿Por qué me tienes que enseñar?
Sheng Yize frunció el ceño.
Esta chica era sumamente tonta.
¿No se daba cuenta de que su grupo apenas estaba activo?
Su compañía no había recibido ningún comercial para ellos, ni les habían destinado ningún recurso.
Él conocía el plan de la compañía mejor que nadie, solo que no podía molestarse en competir por algo cuando veía lo que ocurría.
Se sentó en el pequeño escritorio de An Xiaxia y dijo en un tono serio: —Todo se debe a que te rescaté de tu miseria.
An Xiaxia, no piensas en nada más que en jugar.
¿Cómo vas a entrar a la universidad?
Si no entras a una, ¿cómo encontrarás un trabajo?
Si no encuentras uno, entonces…
An Xiaxia pensó que le iba a explotar la cabeza por su persistencia.
Saltó de la cama enojada y exclamó: —¡Estudiaré, estudiaré!
¿Sí?
Sheng Yize le lanzó un libro de ejercicios de matemática.
—Primero, termina esto —le ordenó.
An Xiaxia dio vuelta una hoja y, de pronto, perdió las ganas de vivir.
¿Por qué la vida tenía que ser tan difícil?
Comenzó a resolver los problemas muy lentamente.
La palabra “infeliz” estaba escrita por toda su cara.
Sheng Yize se rio entre dientes.
De verdad disfrutaba la expresión desdichada que ponía siempre que no le quedaba más opción que hacer algo.
Le provocaba…
una extraña sensación de éxito.
An Xiaxia se demoró media hora en terminar una sola página y, cuando notó el semblante despreocupado de Sheng Yize mientras jugaba en su teléfono, se quejó.
—¿Acaso no viniste a ayudarme a estudiar?
¿Por qué estás jugando?
No era justo…
¡Verlo jugar le daba ganas de jugar también!
—Tu autocontrol es terrible —juzgó despreocupadamente y luego le echó un vistazo—.
¿Qué pregunta te complica?
An Xiaxia lo fulminó con la mirada, pero vio que Sheng Yize sonreía afectuosamente.
—¿No puede ser que no entiendes ninguna…?
Para una mala estudiante como ella, esas palabras eran terribles.
An Xiaxia golpeó el escritorio con su bolígrafo furiosamente.
—¿¡Quién dijo que no sabía resolverlas!?
Luego, empujó el libro de ejercicios hacia Sheng Yize, quien lo revisó y sacudió la cabeza mientras señalaba todo lo que había hecho mal.
—Idiota, ¿cómo te puedes equivocar en cosas tan simples?
Después de que terminó de evaluarla, sintió que alguien lo fulminaba con la mirada.
Levantó la vista y vio el encantador y tonto rostro de An Xiaxia.
Frunció el ceño y dijo: —Qué, ¿acaso lo que dije es mentira?
An Xiaxia lo miró reverenciándolo.
—Guau, ¿obtuviste las respuestas solo calculando en tu cabeza?
Sheng Yize quería responder que no era nada cuando An Xiaxia le entregó una pila de papeles y comenzó a pestañear.
—¿Me puedes ayudar a calcular esto también?
Sheng Yize quedó boquiabierto.
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