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82: Capítulo 82 – ¡Granuja!
82: Capítulo 82 – ¡Granuja!
Editor: Nyoi-Bo Studio Sheng Yize sintió sus sienes palpitar.
—¿No tienes nada agradable que decir?
Como agradecer a la persona que te acaba de salvar la vida…
An Xiaxia sonaba abrumada por la tristeza.
—¡No hay nadie alrededor y mi teléfono no tiene señal!
¡No tenemos comida!
¡Moriremos de hambre o devorados por animales en la noche!
¡Eso es todo, grabaré mis últimas palabras para mi papá y hermano!
—se lamentó An Xiaxia.
Sheng Yize la observó con cara de póker mientras ella abría una aplicación de grabación con lágrimas cayendo por sus mejillas.
—Papá, hermano, los amo, pero en cualquier minuto moriré…
Guardé todo el dinero que he recibido en Año nuevo en mi cuenta bancaria y la clave es el cumpleaños de papá.
Son todos mis ahorros…
pónganlos en un lugar seguro…
Guardé dos paquetes de papitas en mi cajón.
Recuerden sacarlos o expirarán…
todas mis cuentas de juegos están en mi laptop pequeña.
Véndanlas.
¡Valen mucho!
Mientras sollozaba y parloteaba, ¡Sheng Yize sintió el impulso de lanzarla de vuelta al arroyo!
¿De dónde rayos sacó todas esas ideas ridículas?
—¡Y lo más importante es que recuerden quemar el poster y álbum de mi querido Rong Che como ofrendas para mí!
El camino al otro mundo no será tan aterrador con él a mi lado…
Ante esas palabras, Sheng Yize no pudo soportarlo más.
Le arrebató el teléfono de las manos y rugió.
—¡Ya quisieras!
¡Puede que tú estés lista para morir, pero no me arrastres contigo!
—¿Eh?
—An Xiaxia había estado llorando con todo su ser e incluso le dio hipo, lo que disipó la rabia de él por completo.
¡Las medidas disciplinarias simplemente no funcionarían con ella!
¿Alguien podría decirle qué hacer con esa mujer?
Apuntó a un lugar en la distancia con su largo y poderoso dedo.
—¿Estás ciega?
En esa dirección se puede ver humo, lo que significa que podremos encontrar gente.
¡Tan solo podemos ir hacia allá y pedir ayuda!
An Xiaxia miró confundida en esa dirección y vio el humo del que Sheng Yize hablaba.
Volvió a tener hipo y habló con un tono herido.
—¿Entonces por qué no lo dijiste desde el principio?
—¡Solo tenía curiosidad por ver qué tan tonta eres!
—dijo él con desprecio.
Se fue dando zancadas y An Xiaxia trotó detrás de él.
Poco tiempo después, de pronto, Sheng Yize le entregó su chaqueta, la cual An Xiaxia tomó.
—Está húmeda.
¿Para qué me la pasas?
—se quejó.
¡Al menos podría intentar ser más romántico si iba a imitar las telenovelas populares!
—Pese a que somos las únicas dos personas aquí, no me quiero aprovechar de ti, An Xiaxia.
Porque…
de verdad no tienes mucho que ofrecer —dijo con desdeño y sin mirar atrás.
An Xiaxia sostuvo su chaqueta y solo después de un largo rato recordó revisar su estado.
La ropa húmeda estaba pegada a su piel…
y hacía poco por cubrirla.
El rugido de An Xiaxia resonó en el bosque.
—¡Sheng Yize!
¡Tú…
granuja!
—Como dije, de verdad no hay mucho que ver.
¿Esperas que se me desorbiten los ojos?
—dijo Sheng Yize pausadamente con un tono sarcástico.
An Xiaxia se puso su chaqueta en los hombros haciendo puchero.
—¡Tú tampoco tienes mucho que ofrecer!
—murmuró.
Sheng Yize volteó con una expresión sombría.
—An Xiaxia, ¿tus últimas palabras?
An Xiaxia quedó petrificada.
—¿Qu-qué estás haciendo…?
—Somos tú y yo en medio de la nada.
¿Qué piensas?
—Sheng Yize estaba intentando asustarla a propósito.
Arrinconada, An Xiaxia agitó su puño.
El cuerpo alto de Sheng Yize cayó lentamente al suelo con un ruido sordo.
An Xiaxia quedó aturdida por dos segundos y luego soltó un chillido.
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