La Princesa Olvidada - Capítulo 16
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Capítulo 16: Digno de ti Capítulo 16: Digno de ti Los ojos de Leon estaban cerrados pero pudo desarmar a Santiago. Se lanzó directamente hacia Santiago y colocó su espada en su garganta.
—Has perdido joven señor Santiago —dijo Leon perezosamente.
—P-pero, ¿c-cómo…? —Santiago no lo podía creer.
—Sir Leon fue el ganador de este duelo —escuché decir a Bradford—. Como ganador, Sir Leon. Puedes decir tu demanda al perdedor.
Leon apenas pudo abrir los ojos pero miró a Santiago con desgana.
—Arrodíllate ante mi princesa Alicia y pide su perdón —dijo Leon fríamente.
—¿Quieres que me arrodille frente a ese bastardo? —Santiago contenía su ira.
Después de escuchar las palabras de Santiago, la ira pasó por los ojos de Leon. La hoja de la espada en la garganta de Santiago mordió su carne y comenzó a gotear sangre.
—¿Preferirías que te avergonzara frente a todo Alvannia? —dijo Leon.
Como perdedor de un duelo, debe cumplir con las exigencias del ganador, pase lo que pase. Si no lograba hacerlo, sería una gran vergüenza. Santiago era el heredero del ducado Carlson. No seguir las demandas del ganador como perdedor sería más que vergonzoso en lugar de perder el duelo en sí.
En cuanto a arrodillarse ante una princesa del reino, era más aceptable que traer vergüenza a su apellido.
Santiago apretó el puño con fuerza. Su enojo era evidente en su rostro.
—¡Está bien! —gritó Santiago.
Leon retiró su espada de la garganta de Santiago. Lo vi caminar hacia mí y pararse justo frente a mí y arrodillarse.
—Tercera princesa Alicia Roselyn Von Heist. Yo, James Franklin Carlson, quisiera pedirte perdón —dijo Santiago.
Estaba sorprendida. Esta era la primera vez que alguien me pedía perdón.
—Yo… um yo… —Me quedé sin palabras. Miré a Guillermo con ojos interrogantes.
—Como princesa, puedes otorgar castigo por lo que te ha hecho —dijo Guillermo—. Te sugiero que lo abofetees de vuelta.
—P-Pero… —nunca había abofeteado a alguien antes.
—Como princesa, debes mostrar tu autoridad a los sirvientes y a las personas que te rodean, su alteza —dijo Leon—. Ahora estaba detrás de mí. Me miró con seriedad.
Tenía razón. Mucha gente nos mira. Si no hago algo pensarán que sigo siendo la misma débil princesa.
Realmente no quiero eso. Ahora, con Leon a mi lado, quiero ser fuerte. No quiero ser la vieja y olvidada princesa débil. Quiero que me vea como una dama fuerte digna de su servicio.
Reuní mi determinación. Miré al hombre arrodillado ante mí con la seriedad de un miembro de la familia real.
—Levanta la mirada joven señor Santiago —dije con voz autoritaria.
Cuando Santiago me miró, lo abofeteé fuerte en la mejilla y otra en la otra mejilla.
—No olvides tu lugar —dije con dignidad—. Puede que sea bastarda, pero aún tengo sangre real corriendo por mis venas. Mi estatus sigue siendo más alto que el tuyo.
Santiago me miró con odio pero se quedó en silencio y se mordió los labios.
—Te perdonaré ahora, pero la próxima vez que me llames bastarda, te daré el látigo —dije con voz firme.
Miré a mi alrededor manteniendo mi aura real. Pude ver que los sirvientes me miraban con asombro y admiración.
—Ahora me retiraré —dije. Di la vuelta y me alejé del área. Leon, Guillermo y Tricia me siguieron.
—Esa p*ta —Elizabeth susurró para sí misma—. ¿Tan segura ahora que tienes a tu caballero personal? Eso no durará mucho tiempo.
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