Lo qué el viento no se llevó - Capítulo 9
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9: Capítulo 9 9: Capítulo 9 El mensaje que había recibido de Vera desde temprano me decía que nos encontráramos en la casa de Mónica a una hora en especifico e insistió mucho en que le avisara cuando estuviera por llegar.
Así que cuando me bajé del taxi que había tomado le dije que me encontraba fuera del edificio y que iba a entrar.
Toqué suavemente la puerta cuando llegué, Mónica me recibió con una gran sonrisa y me hizo pasar, me comentó que estaba con unas amigas allí también invitadas para la cena.
De los pasillos que supongo que conducen a las habitaciones salió Vera, lucía algo despeinada pero muy radiante.
—Hola, Noah.
—saludó ella.
—¿Cómo has estado?
—Muy bien, ¿estás aquí desde temprano?
—pregunté al notar que no tenía su ropa de trabajo como la última vez.
—Si, verás, quiero ser muy sincera contigo, Noah.
Tengo que contarte algo, Alex y yo… Sus palabras fueron interrumpidas por el grito de un niño seguido de un llanto fuerte, unos pasos se escucharon llegar por el pasillo, una niña pequeña salió y detrás de ella venía corriendo una mujer de una edad aproximada a Mónica.
La niña lloraba sin parar en los brazos de Vera quien la mecía de un lugar a otro tratando de calmarla.
Con sus palabras “Alex y yo…” mi primer pensamiento fue que ellos habían vuelto, aunque ella cuando me contaba lo que había pasado entre ellos, no daba señales de que alguna vez fueran a volver.
Pero ahora, al verla abrazada junto a una niña que tiene mucho parecido a ella mis pensamientos eran otros.
Sentí una gran presión en mi pecho con solo pensarlo, pero no quería empezar a hacerme ideas hasta que ella me dijera algo.
—Toma.
—dijo la niña.
—Toma, mami, toma.
Vera suspiró.
—Emma, Thomas no está, mi amor.
—respondió Vera tratando de aguantar las lágrimas.
—¡Mami, toma!
—gritó de nuevo la niña para colocarse a llorar.
Me senté en el sofá para poder ver la situación con más detalle, mientras Vera y Mónica trataban de calmar a la niña quien preguntaba desesperadamente por Thomas.
Mónica se fue a la cocina con su amiga, cuando volvió, trajo un tetero entre sus manos para dárselo a la niña que se calmó poco después de recibirlo.
No sabía como procesar lo que veía, la mujer de la que había estado enamorado desde hacía varios años había tenido una hija con el hombre que la engañó.
Una hija que Thomas había conocido, que había lidiado con sus propias manos y aún más, que había convivido con ella teniendo en cuenta que Vera duró un tiempo viviendo con ellos.
En esos momentos la niña posiblemente me considerara un completo desconocido en su entorno.
Comencé a detallar más a la niña, tenia aproximadamente entre un año y dos, lo que me hacia pensar que lo más seguro es que Vera terminó con Alex cuando ella se encontraba en embarazo.
Pensar en eso solo hacía que me sintiera mal conmigo mismo, una gran amiga y sobre todo mi gran amor, había estado lidiando sola con una situación tan difícil para ella y no estuve con ella para apoyarla cuando más lo necesitaba, pero tenía a Thomas.
¿Cuánto habrá sufrido ella la perdida de Thomas?
Vera se levantó del sofá, la niña se había quedado dormida en sus brazos.
Le dio la niña a Mónica quien la cargó con sumo cuidado y la llevó a una habitación.
—No me dejará dormir en la noche por esa siesta.
—dijo Vera sentándose de nuevo en el sofá.
—¿Qué querías decirme, Vera?
—pregunté recordándole la conversación que teníamos en un inicio, lo sabía, pero quería que ella me lo dijera.
—Te quería contar sobre Emma, antes de que la conocieras.
Pero no había encontrado la manera de contarte, pensé en decirte en el bar, pero como llegó Sofía, no lo creí apropiado en ese momento.
—respondió ella.
Al parecer no era el único que deseaba decir algo.
—¿Y Alex?
—pregunté.
—Bueno, un detalle de mi historia sobre la terminación de mi relación con Alex es que todo aquello pasó cuando estaba embarazada de Emma.
Sentí como mi corazón se detenía de nuevo, eso solo confirmaba mis peores temores, no estuve presente para ella.
Ahora tiene una familia, ¿qué podría brindarle yo ahora?
Casi de un salto me levanté del sillón donde me encontraba y me puse al lado de Vera para darle un abrazo.
—Noah, ¿qué ocurre?
—preguntó ella ante la sorpresa.
—Lo lamento tanto, Vera.
—¿Por qué lo lamentas?
Tú no tienes la culpa de lo que pasó.
—Quizá no, pero no te di mi apoyo cuando lo necesitaste.
—No te preocupes por lo que ya pasó.
—dijo apartándose de mi abrazo.
—Debes preocuparte por lo que viene.
Así que dime, sé que Emma no dio una buena impresión, pero ¿qué te parece?
—Emma es igual de hermosa que su madre.
—respondí.
—Y cuando se levanté me gustaría conocerla.
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