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Capítulo 438: Valen travieso Capítulo 438: Valen travieso Con suavidad, pinchó su mejilla, pensando que su dedo pasaría de largo pero, en cambio, su mejilla se hundió y la textura suave de su cara hizo que su corazón se acelerara.
¿Es real esto? ¿De verdad volvió mi mamá?
Tocó su nariz y luego jugó con sus pestañas. Cuando vio que sus ojos se movían, Valen rió pero no se detuvo. Continuó jugando con su rostro antes de que se le ocurriera una idea.
Se bajó de la cama y se apresuró hacia su armario donde estaba su mochila escolar. Sacó un marcador y volvió corriendo a la cama.
Valen destapó el marcador y comenzó a dibujar en la cara de su madre, riendo suavemente de vez en cuando.
Una vez que terminó, dejó el marcador en la parte superior del cajón al lado de la cama antes de abrazarla y volverse a dormir.
Unas horas después, Jeslyn se despierta con el delicioso aroma del café.
—Mamá, estás despierta.
Jeslyn se levantó y miró a su alrededor, su hijo le había traído el desayuno y lo estaba ordenando en la mesa con su uniforme puesto.
—¿Hijo? Finalmente está en casa, de vuelta a su zona de confort.
—Te hice algo de comer. Este es uno de los platillos que aprendí en tu ausencia. Espero que te guste. El niño intentó no sonreír. Estaba bastante nervioso de que a su madre no le gustara la comida.
Cuando Jeslyn escuchó eso, se quedó asombrada. —¿Aprendiste a cocinar? ¿Y esto es para mí?
—Hm, no llores, tus ojos se están empañando. Los dibujos en la cara de su madre lo hicieron reír.
—Jajaja… ¡ese es mi hijo!
La delicia que estaba dispuesta en una bandeja blanca eran dos tostadas con dos huevos nube dispuestos uno al lado del otro. Una taza de café negro al lado. Fresas, frutas del bosque, y plátanos en cubitos arreglados bellamente dentro de un pequeño bowl.
—¡Vaya! ¡Esto es hermoso!!
—Pruébalo. El niño insistió, sintiéndose bastante inquieto.
Jeslyn comenzó por el café y sus ojos se iluminaron después de un trago. —¡Esto sabe delicioso! Con la otra mano, agarró la tostada y dio un mordisco. No tenía nada de especial. Sabía que no debía exagerar, porque sino su hijo se desanimaría, así que le levantó el pulgar. —La tostada no tiene nada de especial… Sin embargo, —tomó un bocado del huevo y sonrió—. Esto sabe mejor que el último que hice.
Al escuchar eso, Valen sonrió. Sin duda, su mamá cocina mejor que los chefs de la casa. Si dijo que su huevo sabía mejor que el último que ella hizo, ¿no implica eso que lo está haciendo bien?
—Ven, siéntate conmigo. —Ella lo hizo sentar. Valen no comió la tostada, pero se concentró en las frutas.
—Mamá, ¿qué le pasó a la abuela?
—La abuela tuvo un percance y tuvo que saltar de un edificio de ocho pisos. Su caída fue horrible, así que se rompió las rodillas. —Jeslyn suspiró.
—¿Cuáles son sus posibilidades de volver a caminar?
—No estoy segura. Haré que Doc Matt la eche un vistazo y vea si hay esperanza.
—¿Viste al Sr. Hwang? Cuando Jeslyn aún estaba en la CIUDAD DEL PECADO, solían hablar por teléfono y ella le contaba un poco de lo que estaba pasando. Ella no trataba al Sr. Hwang como a su padre, por lo que el inteligente Valen supo inmediatamente que su relación no era nada del otro mundo.
—No, no conseguí verlo. Menos mal que no lo hice porque no habría sabido qué hacer si lo veía. —Jeslyn apretó la taza de café mientras rechinaba los dientes de pura rabia.
Al ver esto, Valen puso su mano en el dorso de la mano de su madre y dijo, —No te acongojes, mamá, todo estará bien cuando regrese papá.
Jeslyn miró a su hijo y su ira se desvaneció. —Has crecido. ¿Cómo va la escuela? La última vez que te pregunté, te negaste a decir algo.
—Nada especial. Solo las aburridas lecciones de siempre y las molestas moscas.
—Oh, cuéntame sobre las molestas ‘moscas’, —guiñó un ojo.
Valen sonrió con desdén ante la mirada chismosa en su rostro. —Solo no me des una hermana si va a actuar como esa podrida Mia.
—¿Mia?… ¿oh, tu novia? —Jeslyn sonrió.
—Preferiría convertirme en monje.
—¡Jajajajaja…! ¡Veo enemigos convirtiéndose en amantes en el aire! —Jeslyn rió a carcajadas mientras aplaudía. No podía contenerse.
Viendo lo emocionada que estaba, Valen no quería detener esa felicidad. Su padre le dijo que cuidara de ella, así que si hacerse burla de él la hacía tan feliz, la dejaría continuar con gusto, pero la verdad sea dicha, la vista de Mia o como sea que se llame, le da asco. Por pequeña que sea, ya es tan maquinadora. Pensando en lo que hizo en la escuela ayer, Valen no supo cuándo salió un resoplido de su nariz.
La madre y el hijo continuaron discutiendo como mejores amigos. Cada minuto, uno de ellos se reía a carcajadas. Continuó hasta que terminaron de comer.
—Eh, hijo Valen, veo que ya estás listo para la escuela y ya no tienes tiempo. Mira, te llevaré…
—¡Ok, pero lava tu cara primero! —El niño no supo cuándo gritó. ¿Dejarla que lo llevé con un bigote y otros raros dibujos en su cara? La gente se reiría de ella y él nunca lo permitiría. ¡Solo él tiene permitido molestar y reírse de su madre!
—Ok… No tenía pensado salir sin asearme. —Ella sonrió antes de levantarse e ir al baño.
Jeslyn entró al baño para lavarse la cara y cepillarse los dientes, pero para su total asombro, el reflejo que vio en el espejo casi hizo que su corazón saltara de su garganta.
Mirándola fijamente, había una imagen de un hombre con la cara tatuada, luciendo un bigote de manillar, una pequeña barba debajo de los labios, cejas gruesas, ojos tatuados debajo de los ojos. Una nariz al lado de su nariz, y dos labios a ambos lados de su boca. Para rematarlo, había orejas dibujadas en sus mejillas.
—¡Valen! —Gritó y salió corriendo, pero el chico ya se había ido con los platos.
—¡Muy bien! Te cuidaré bien cuando volvamos. —Regresó al baño para lavarse la cara pero los dibujos no se iban. Usó jabón y una toalla, pero no funcionó.
Jeslyn suspiró y sacudió la cabeza. ¿Cuándo se volvió tan travieso su hijo? ¿Quién le está enseñando esto? Entrecerró los ojos cuando le cruzó por la mente un pensamiento. Una sonrisa astuta apareció en su rostro antes de salir del baño.
En el coche, Valen estaba mirando las fotos que tomó de su madre, pareciendo un payaso. No podía dejar de reír al recordar cómo gritó su nombre en el baño anteriormente.
—Pequeño maestro, ¿pasa algo?
La sonrisa de Valen se desvaneció de su rostro cuando levantó la mirada para observar al joven chófer. ‘Muy bien, el perfecto para asumir el papel en mi trama’, pensó el niño.
—¿Tengo que decirte cuando algo me parece divertido? —preguntó con seriedad.
—No, pequeño maestro. —El chófer respondió inmediatamente.
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