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161: Capítulo 161: Los enemigos aman el planeta rojo 161: Capítulo 161: Los enemigos aman el planeta rojo Editor: Nyoi-Bo Studio —¿Qué pasa exactamente?
Yao Si dejó rápido un mensaje a Mu Xuan antes de abordar el avión con el sobrino Gu.
La cara de él se hundió.
—Tiene que ver con esa vez en que la bestia galáctica fue erradicada.
—¿La bestia galáctica?
¿No era que el planeta rojo el que está en peligro?
—¡No es así!
—mencionó y sus cejas cayeron y se amontonaron—.
Investigamos de acuerdo a los datos enviados por el decimotercer anciano, pero hace poco, Bai Yi cambió los datos y encontró algo más sobre el planeta rojo.
—¡¿Algo más?!
¿Qué es?
—No podemos estar seguros todavía…
—expresó agitando la cabeza mientras empezaba a ponerse cada vez más frenético—.
Nadie la ha visto antes, pero lo entenderás cuando la veas.
El avión aumentó la velocidad, enviándolos al Consejo de Ancianos en menos de dos minutos.
Por sorpresa, los ancianos no habían estado esperando su llegada.
El sobrino Gu entró directo y le dio un objeto cuadrado a ella para que se lo colocara en el pecho.
—Es un dispositivo de transporte de partículas —explicó—.
La ubicación ha sido establecida, por lo que se te enviará allí directo.
Los ancianos ya están allí, esperando.
Yao Si no dudó de sus palabras y activó el objeto al mismo tiempo que él.
En un abrir y cerrar de ojos, fueron transportados a otro lugar.
El lugar era enorme y cerrado; los alrededores estaban llenos de barro negro.
Estaba cubierto de equipos para iluminar el lugar y evitar que oscureciera demasiado.
—Su alteza, ¿por qué está aquí?
En el momento en que llegaron, un grupo de personas se acercó a ellos.
Al examinar más de cerca, Yao Si se dio cuenta de que había otras personas además de los ancianos involucrados en la investigación.
Justo cuando Gu Shucheng estaba a punto de explicarlo, la cara del segundo anciano se oscureció, y se volvió hacia Shucheng con ansiedad.
—Esto es absurdo, su alteza es todavía joven.
¿Cómo puedes traerla a un lugar tan peligroso?
Si pasa algo…
“Su majestad nos matará a todos”.
—Olvídalo, olvídalo.
Yo lo obligué que me trajera —se adelantó Yao Si para explicar el paradero de Mu Xuan antes de cambiar la conversación—.
Ah, sí, mencionaste que se encontró algo especial.
¿Qué es exactamente?
Las caras de los ancianos palidecieron e intercambiaron miradas.
Al final, el segundo anciano giró para apuntar hacia atrás.
—Su alteza, eche un vistazo por allá.
Su mirada siguió el dedo, pero allí estaba oscuro como la boca del lobo.
Al principio, ella asumió que era así porque no había suficientes luces, pero al examinar más de cerca, sus ojos se abrieron de par en par.
“¡M****a!
¿Qué es eso?”.
(⊙o⊙) La oscuridad negra no era un espacio vacío.
Parecía estar ocupada por algo que no dejaba de moverse; sus movimientos parecían ondas de agua que brillaban.
Yao Si de inmediato lo asoció con la recolección de agua, pero mientras se concentraba, se dio cuenta de que el agua no era azul sino roja.
Grandes manchas de líquido rojo cubrían el espacio.
Parecía como…
¿sangre?
—¿Qué….
qué es eso?
Aunque era un fluido, era evidente que no era la misma agua que había visto en el planeta Paraíso.
—Sin muestras, no podemos determinar qué es —dijo el segundo anciano y frunció el ceño—.
Pero se ha apoderado de una gran área, casi una décima parte del planeta rojo.
—¡Eso es mucho!
—exclamó Yao Si, recordando la situación en el planeta celestial—.
¿Se ha escaneado el área?
¿Hay alguna bestia galáctica?
—Ninguna —contestó y agitó la cabeza—.
Después de encontrar esto, hicimos un escaneo completo de todo el planeta, pero no hay señales de vida.
—Eso es bueno —comentó Yao Si y suspiró aliviada; sacudiendo la cabeza, miró la sangre roja antes de dar retroceder unos pasos—.
Hacia dónde exactamente…
—¡Su alteza!
Varios gritos resonaron juntos antes de que pudiera terminar su frase.
Yao Si se giró para ver un mar de caras sorprendidas.
—¿Qué pasa?
Ella no hizo nada, ¿verdad?
—Su-su alteza, ¿puede entrar?
—preguntó el sobrino Gu.
—¿Entrar?
Ella se quedó inmóvil.
¿Qué quiso decir?
—¿Qué quieres decir con entrar?
¿Adónde voy?
—Su alteza, ¿no lo siente?
Su conmoción se intensificó.
Gu Shucheng dio un paso adelante, deteniéndose a tres o cuatro pasos de ella.
Alargó la mano para sentir el espacio que tenía delante.
—Hay una barrera aquí.
Ninguno de nosotros puede pasar a través de ella.
¿Barrera?
Las comisuras de los labios de Yao Si se movieron.
“¿Existe tal cosa?”.
Volvió a donde estaba el sobrino Gu y se puso en contacto con él.
—¡No hay nada!
—Supongo que esto no afecta a su alteza.
Los ancianos fruncieron el ceño.
—Ninguno de nosotros puede acercarse a esa cosa, ni siquiera el sensor puede pasar.
Eso explicaba por qué lo miraban desde lejos.
—¿Esto es una barrera mental?
Recordó la base de investigación del planeta Nirvana.
—Me temo que no —contestó el segundo anciano y agitó la cabeza—.
No podemos estar seguros de lo que es en este momento.
Su alteza, ¿podría ayudarnos a extraer algo de esa sustancia?
Nos gustaría hacer una prueba para determinar qué es.
—Está bien.
Yao Si buscó un tubo de ensayo transparente y se dirigió hacia la pila de sangre.
A medida que se acercaba al fluido, una sensación familiar comenzó a surgir dentro de ella.
Parecía…
¿como si ella lo supiera?
¿Pero dónde lo había visto?
Dejó a un lado las emociones ambiguas y siguió las instrucciones del segundo anciano.
Después de abrir el tubo de ensayo, buscó el líquido.
Pero de repente, oyó gritos agitados.
—¡Su alteza, tenga cuidado!
El corazón de Yao Si se hundió, y dio varios pasos hacia atrás antes de levantar la cabeza.
El fluido calmado parecía haberse disparado, burbujeando furioso y enviando enormes olas rojas al aire.
Parecía como si una gran mano se extendiera hacia ella.
“¡M****a!”.
Dio unos pasos más hacia atrás, pero ya era demasiado tarde.
La sangre se filtró a través de su cuerpo y la atrapó como una serpiente, dejándola paralizada.
—¡Su alteza!
—exclamaron los ancianos.
Activaron sus habilidades de inmediato, preparándose para salvarla, pero a pesar del número de veces que lo intentaron, todo se detuvo a mitad de camino.
Fue entonces cuando Yao Si vio la barrera.
Era transparente y dividía el espacio en dos áreas separadas.
—Nunca esperé que me buscaras, incluso cuando yo no te buscaba —dijo una voz espeluznante desde detrás de ella.
Esta voz…
¡Ese maldito pervertido!
“Mierda, esto no puede ser verdad.
¡¿Por qué está aquí?!
¿Por qué a todos estos radicales les gusta esconderse en el planeta rojo?”.
Yao Si se quedó inmóvil, un escalofrío corriendo a través de ella.
Se volvió y gritó a la multitud que aún intentaba salvarla: —¡Váyanse de aquí!
—¡Es demasiado tarde!
Una figura alta y delgaducha salió de la sangre.
Levantó las pestañas y la miró con ojos estrechos; era la misma mirada arrogante de antes.
Desprecio y escarnio brotaban de sus ojos.
—Quería dejarlos en paz, pero cómo se atrevieron a perturbar mi paz.
Deberían estar preparados para morir.
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