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Capítulo 50: EXPIAR SU PECADO Capítulo 50: EXPIAR SU PECADO —Cenit, son tan crueles conmigo… —Amanecer gemía, mientras Cenit la llevaba en sus brazos. Se había quejado mucho sobre el maltrato que había tenido que soportar en los últimos años—. Destrozaron los recuerdos de mi madre y mi padre ni siquiera me defendió… hiks, hiks.
El corredor resonaba con los sonidos de sus sollozos, mientras los guardias allí presentes intentaban parecer no afectados por esta extraña vista. Sin embargo, el alfa solo se enfocaba en la mujer en sus brazos. La acariciaba con su nariz y la abrazaba más fuerte.
—¿Qué le has hecho a la señorita para que esté llorando tan mal así? —Zander apareció desde la dirección opuesta y Cenit optó por girar a su izquierda, tomando el camino más lejano hacia su cuarto, solo para evitar a su hermano.
—¡Eh! —Zander inmediatamente corrió hacia Cenit y caminó a su lado.
—No deberías ser visto conmigo —dijo Cenit, gruñendo porque Zander miró más de cerca a Amanecer.
—Está borracha —señaló Zander lo obvio—. ¿Cómo puedes dejar que una dama beba hasta quedar así? No eres un buen hombre.
—Nunca dije que lo fuera —Cenit aceleró sus pasos, pero su hermano molestamente seguía su ritmo—. No deberías ser visto conmigo.
Zander ignoró eso también. —¿Qué debería hacerle a su pareja?
—Él no es su pareja.
—Su ex pareja —Zander se corrigió, pero Cenit lo miró fijamente—. A ese hombre.
—Haz lo que te plazca, quiero que se mantenga alejado de mi pareja —esta vez Cenit aceleró el paso, pero Zander no lo siguió.
La expresión detrás de la máscara estaba oculta, por lo tanto, nadie podía saber lo que pasaba por su mente cuando miraba a la espalda alejándose de su hermano.
Después de un tiempo, Zander se dio la vuelta y se fue.
Mientras tanto, Cenit acostó a Amanecer en la cama, parecía exhausta por todo el llanto y la rabia que sentía en su interior.
—Duerme, mi dulce Amanecer. Espero que tengas un buen sueño —Cenit observó cómo una lágrima se deslizaba por su mejilla y luego la besó—. Te amo, por favor, no olvides eso.
Cenit besó la punta de su nariz y luego sus labios. Amaba su aroma que apestaba a alcohol, le hacía gruñir y querer devorarla para él solo, pero al final, solo reposó su cabeza contra la de ella y la abrazó en su sueño, mientras Amanecer ocasionalmente se despertaba y sollozaba, Cenit le acariciaba la espalda para aliviar su dolor.
Las palabras no podrían describir cuánto quería darle todo y detener su dolor.
Este era su arrepentimiento, este era su remordimiento y ahora tenía que expiar su pecado…
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El Alfa Tony estaba furioso con Julia y Emily, las palabras no podían describir lo que sentía al respecto.
—¡Deberías cerrar la boca! —El Alfa Tony levantó la voz, la gente podía oírlo desde la otra habitación, pero a él ya no le importaba más su imagen. Amanecer rescindió la invitación y él no solo no fue capaz de arreglar su relación con su hija, sino que en realidad la arruinó aún más. —¡No debería haberles hecho caso! ¡No debería haberlas dejado venir conmigo y enfadarla aún más!
—Por favor, baja la voz… —Julia le rogó. Ahora estaba llorando, se sentía más avergonzada que cualquier otra cosa.
Por otro lado, Emily no decía nada, observaba cómo se desarrollaba todo, pero no había remordimiento en su rostro, porque no había nada de lo que ella tuviera que arrepentirse.
—¡Y tú! —El Alfa Tony apuntó con su dedo a la cara de Emily, lo que hizo que ella frunciera el ceño. —¡Deja de lanzarte como una puta al hombre de Amanecer!
—¡Tony! —Julia chilló, la palabra era demasiado vulgar y grosera. —¡¿Cómo puedes decirle eso a tu hija?!
—¡Ella no es mi hija! —Tony le respondió a gritos.
Pero, con esto, las piezas finalmente cayeron en el lugar correcto, le cayó el veinte de cómo se sentía su hija cada vez que él mencionaba a Julia y Emily como su madre y hermana.
Ahora sabía cómo se sentía cuando tus palabras y sentimientos eran ignorados. Él estaba en los zapatos de Amanecer ahora, cuando Julia seguía insistiendo en que él tratara a Emily como a su hija, cuando esa cosa ingrata había dejado más que claro que no lo veía como un padre.
Tony quería gritar, quería pelear con alguien para liberar el vapor. Necesitaba irse, o si no, iba a lastimar a alguien aquí.
—Amanecer tiene razón sobre ti, padre —Emily observó cómo su madre intentaba detenerla de hablar, pero no le importaba y continuó—. Nunca has admitido tus errores y en lugar de asumir tu desorden, sigues culpando a cualquiera que esté a tu alrededor.
—¡Emily! —Julia estaba horrorizada cuando Tony dejó de caminar y se dio la vuelta, sus ojos desbordándose de ira. La furia del alfa era algo completamente distinto.
—Puedes negarte a traernos y mantenerte firme en no permitirnos seguirte, pero fuiste tú quien decidió que era la mejor idea para reconciliarnos y comenzar a ser una familia nuevamente —Emily apretó los dientes—. Pero ahora, cuando tu decisión no funcionó, te diste la vuelta para echarnos la culpa.
Tony no podía creer lo que estaba escuchando. Emily y Julia literalmente le rogaron, le suplicaron que las llevara, lo acosaron hasta que accedió, pero ¿ahora lo culpaban por su decisión?
Tony no sabía qué lo había dominado, pero veía rojo y cuando se dio cuenta, había abofeteado a Emily tan fuerte en la cara.
—¡Tony! —Julia se apresuró a llegar a su hija, que cayó al suelo.
—Eres justo como tu madre, una puta —Tony pronunció las palabras con desprecio.
Pero, Emily había perdido la razón cuando se rió.
—Me llamas puta a mi madre, ¿es porque fracasaste en salvar a tu pareja ocupado acostándote con ella?
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