Pequeña señorita diablita: la esposa traviesa del presidente - Capítulo 44
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44: Capítulo 44 – ¿El esposo de Lu Xinyi?
44: Capítulo 44 – ¿El esposo de Lu Xinyi?
Editor: Nyoi-Bo Studio ¡Pervertido!
¡¿Por qué se casó con él?!
Lu Xinyi se burló mientras intentaba luchar contra el enrojecimiento que se apoderaba de su cara.
¡No le daría el gusto de sonrojarse ante él!
—¿Quién está mirando?
¡Eres un idiota!
—intentó sonar despreocupada, pero viendo la sonrisa en sus labios, se dio cuenta de que falló estrepitosamente.
Volteó la cabeza y cruzó los brazos.
Oh, realmente debía parar con la manía de mirarlo, de lo contrario podría arrepentirse de lo que pasaría esa noche.
—Ah, mi querida esposa.
No seas tímida —le provocó Shen Yi y recorrió su mejilla con un dedo.
Lu Xinyi se quedó quieta.
¿Qué quería de ella?—.
Oh, Dios, realmente lo eres.
Lu Xinyi le golpeó la mano y lo fulminó con la mirada.
¿Cómo era posible que cada vez que ella intentaba alejarse de su coqueteo, terminaba perdiendo?
—¡Ponte algo de ropa o de lo contrario no compartiré la cama contigo!
Además, no te atrevas a quitar esas almohadas —dijo mientras apuntaba a la barrera de almohadas que los separaba en la cama.
—Quiero el lado derecho —demandó ella.
—Está bien, solo asegúrate de no terminar en mis brazos —dijo Shen Yi con una mueca.
Con un suspiro de alivio, Lu Xinyi se trepó al lado derecho de la cama y se cubrió con las sabanas.
Se aseguró que estaba dándole la espalda a Shen Yi para que él no pudiese ver su rostro sonrojado.
Sus ojos miraban a la oscuridad.
¿Por qué se sentía tan nerviosa esta noche?
Shen Yi dijo que no la obligaría a tener una noche de bodas, ¿verdad?
Shen Yi sacudió la cabeza al notar que su esposa estaba nerviosa.
Le prometió que no haría nada que ella no quisiera.
Trepó a la cama y silenciosamente miró su espalda, esperando que ella dijera algo, lo cual no hizo.
Tomó un tiempo antes de que el silencioso no fuese incómodo.
—Buenas noches, Xinyi.
Lu Xinyi estuvo tiesa un buen rato antes de poder relajarse.
Acurrucó la sábana en su pecho.
—Buenas noches —susurró de vuelta.
— Entre tanto…la cara de Meng Jiao se oscureció al escuchar lo que su amante le decía.
¿A qué se refería con que intentaría ganarse el favor de Lu Xinyi?
¿Qué más quería de ella?
Ella ya lo había ayudado a encontrar esas recetas que él necesitaba, ahora que Lu Xinyi sabía sobre el amorío, ¿no debería quedarse con Meng Jiao?
—Yijun, ¿acaso no dijo que ya se había casado?
Quizá su esposo es el responsable de esos problemas —insistió.
¡No!
¡No podía permitir que él regresara con Lu Xinyi, no cuando ella ya estaba embarazada de él!
Gong Yijun sacudió la cabeza y tiró las cartas de reclamos a la basura.
Alguien había denunciado sus ingresos no declarados al Departamento de Impuestos y ya le habían pedido revisar sus cuentas.
Todos estos problemas empezaron cuando Lu Xinyi se fue con ese hombre.
—No.
Conozco a Xinyi.
Ambos sabemos que era imprudente a veces, pero casarse con alguien tan repentinamente no encajaba con ese comportamiento.
¿Crees que ese hombre podría ser el nuevo novio de Yuan Jin?
La expresión de Meng Jiao se tornó gélida.
No podía aceptar que él seguía eligiendo a Lu Xinyi por sobre ella.
¿Qué hacía Lu Xinyi que ella no hiciera?
Simplemente venía de una familia adinerada, nada más.
—No.
Hasta donde sé, él no está con nadie en este momento.
Yuan Jin también era el mejor amigo de Lu Xinyi, a quien había conocido después de graduarse.
Meng Jiao no se llevaba bien con ese tipo.
Quizáél sabía cómo ella había seducido a Gong Yijun hace tres años.
—Hablaré con Xinyi.
Si ese hombre es realmente el novio de Yuan Jin, quizá ella podría pedirle que deje de molestarnos.
—¿Qué hay de mí y el bebé?
Dijiste que nunca la dejarías, pero continuas rompiendo tus promesas.
Esto no habría pasado si la hubieses dejado antes —dijo Meng Jiao con ojos llorosos.
Su amorío empezó cuando la empresa familiar de Gong Yijun comenzó a fallar.
Estaba apunto de terminar con Lu Xinyi, pero cuando descubrió el libro de recetas de su padre, posado en el escritorio, cambió de parecer y decidió quedarse con ella.
—¿Qué hay de mí?
¿qué hay de nosotros?
Romperás tu promesa otra vez, ¿verdad?
—lloró ella.
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