Pequeña señorita diablita: la esposa traviesa del presidente - Capítulo 45
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45: Capítulo 45 – ¿Puedo besarte esta vez?
45: Capítulo 45 – ¿Puedo besarte esta vez?
Editor: Nyoi-Bo Studio La mañana siguiente fue un poco incómoda para la pareja de casados.
Lu Xinyi había despertado de su profundo sueño gracias al sonido de una aguda alarma que rompió el silencio y la paz mañanera.
Como era usual, se dio vuelta y se acurrucó entre la calidez de las sabanas.
Sus gruesas pestañas se contrajeron ligeramente cuando se topó con algo fuera de lugar.
Frunció el ceño, sintiendo una masa cálida y sólida a su lado.
Su mano se movió involuntariamente hacia lo que según ella era la barrera de almohadas que la separaba de Shen Yi.
Sus ojos marrones se abrieron ligeramente en confusión y su iris se ajustó a la luz que emanaba de la ventana.
Lu Xinyi levantó su torso del colchón; el ligero peso que sentía en su cintura se desvanecía mientras se levantaba.
Su corazón se detuvo cuando vio la cara durmiente de Shen Yi.
¿En qué momento terminó acurrucada a su lado?
Sus ojos fueron incapaces de apartarse de él mientras dormía con su pecho subiendo y bajando con cada respiración que tomaba.
Su cabeza se inclinó demasiado cerca de la almohada donde la cabeza de ella descansaba antes.
La barrera de almohadas que hizo la noche anterior fue destruida, y no tenía idea si Shen Yi la había quitado a propósito o no.
Sonrojándose con fuerza, Lu Xinyi se arrastró fuera de la cama, asegurándose de no perturbar el sueño de su marido.
Se limpió la cara, llamó al servicio de habitaciones para el desayuno y volvió a su habitación para despertar a Shen Yi.
—Shen Yi, es hora de levantarse y desayunar —Lu Xinyi se movió a un lado de la cama y sacudió los hombros.
Shen Yi abrió un ojo y le dio una mirada adormecida.
Luego aprovechó la oportunidad para enrollar su brazo en su pequeña cintura y hacerla caer a la cama.
—¡Shen Yi!
—Lu Xinyi luchó por liberarse de su agarre.
—Cinco minutos más —murmuró contra su cuello, haciendo que Lu Xinyi se sonrojara por el contacto.
—Nooo…—Lu Xinyi se quejó.
Estaba realmente hambrienta y no podía esperar más.
Su estómago gruñó—.
¡Levántate!
Necesito comida, y tú necesitas prepararte para la primera reunión del día.
Shen Yi suspiró y la soltó.
Luego se apartó de ella y se tendió en la cama, dándole a Lu Xinyi una buena vista de sus tonificados músculos que se tensaban contra su camisa.
—Está bien, me estoy levantando.
Dúchate si deseas.
Te esperaré afuera —murmuró, sentándose y frotándose la cara con una mano.
Una vez que la soltó, Lu Xinyi hizo lo que le había dicho.
Se dio una ducha rápida y luego se peinó y estilizó su largo cabello en un moño desordenado.
Después de media hora, estaba apropiadamente vestida con un traje azul oscuro y tacones negros a juego.
Su rostro estaba realzado con maquillaje ligero, y sus labios resplandecían con un brillo labial.
Su marido ya la estaba esperando con una corbata en la mano.
Lu Xinyi contuvo el impulso de reírse ante el ceño fruncido en su rostro.
Era ridículo.
Nunca había conocido a ningún hombre de negocios que no pudiera atarse las corbatas.
—Ven aquí—Lu Xinyi le hizo un gesto con el dedo, lo que le estaba haciendo cosas insanas e inapropiadas a la imaginación de Shen Yi.
Se obligó a calmarse y alejar sus pensamientos sucios para que Lu Xinyi no se sintiera incómoda.
—Arréglame esto, por favor.
—Por supuesto —murmuró Lu Xinyi y se acercó a él, agarrando ambos extremos de su corbata.
Shen Yi se inclinó hacia delante para poder colgar la corbata alrededor de su cuello y dejarla hacer su trabajo.
Sus ojos miraban con fascinación.
Le gustaba lo expresivos que eran sus ojos y cómo tarareaba cuando pensaba que él no estaba prestando atención.
¿Por qué Gong Yijun desperdició a una mujer tan buena?
No tenía ni idea.
—Todo listo —dijo Lu Xinyi en un momento después.
Ella sonrió y le dio unas palmaditas en el hombro.
Mirando hacia arriba, notó la indiferencia en sus ojos.
La estaba mirando como si fuera algún tipo de carne deliciosa.
Como en un trance, Lu Xinyi no retrocedió ni se movió cuando Shen Yi se inclinó para besarla mientras su mano tocaba su mejilla.
—¿Puedo besarte esta vez?
—murmuró suavemente contra sus labios.
—S…sí—repuso Lu Xinyi suspirando, sus labios temblaban por la proximidad.
—Genial.
—La única palabra que escuchó antes de que su boca se presionara contra la de ella.
Los sonidos del mundo exterior estaban olvidados y perdidos en su momento.
Sus ojos revolotearon cerca del beso, su cuerpo apoyado en el suyo.
La mano que sostenía su mejilla acariciaba suavemente su piel, sus ojos ligeramente cerrados.
Este beso se sentía más real, más íntimo, que el otro que tuvieron en la playa.
Tan especial que Lu Xinyi no lo empujó ni lo rechazó esta vez.
Rápidamente, demasiado rápido para Shen Yi, su beso se acabó.
Lo dos respiraban más fuerte de lo normal.
Los ojos de Lu Xinyi pestañeaban cuando levantó la vista para verlo, confundida y sin entender qué había pasado.
Los ojos de Shen Yi se cerraron mientras pasaba el pulgar por el labio inferior de Lu Xinyi.
—Deberíamos irnos, llegaremos tarde —susurró ella.
—Si tú lo dices.
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