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63: Capítulo 63.
Dejemos de fingir 63: Capítulo 63.
Dejemos de fingir Editor: Nyoi-Bo Studio Lu Xinyi respiró hondo y se estremeció.
Las mariposas en su estómago se negaban a calmarse mientras esperaba que Shen Yi dijera algo.
Debía prepararse para su respuesta.
Si él…si él no se sentía de la misma manera, tal vez ella debería aprender a no amarlo.
Ella había hecho todo lo posible por calmar sus sentimientos, diciéndose a sí misma que eso solo complicaría las cosas entre ellos.
Que no era algo digno de llorar.
Ella permanecería casada con él durante un año, tal como habían acordado, y luego lo dejaría.
Lu Xinyi deseaba no sentirse así por él, que su corazón no se detuviera cada vez que lo veía dormir temprano en la mañana, cada vez que él la honraba con sus inusuales sonrisas…
Esa mirada en sus ojos no la hizo sentir débil y llenó su estómago de mariposas.
Le soltó la mano y dio un paso atrás, pero la mano de él se movió rápidamente y agarró su muñeca, sin dejarla ir.
Su mente estaba tratando de decidir cómo lidiar con la situación en cuestión.
Shen Yi se mantuvo en silencio y solo se quedó mirando su cara.
¿Acaso lo ofendió de alguna manera?
—¿Por qué no tú?
¿Acaso no te dije que me gustan tus panqueques?
Fue lo primero que noté en ti —repuso Shen Yi sonriendo.
—Shen Yi.
¡Lo digo en serio!
Él suspiró y se pasó una mano por la cara.
—Lo siento.
No debería preguntarte esto, ¿verdad?
No tienes que decir nada.
Entiendo que no estás interesado —dijo Lu Xinyi.
Se sentía patética, y de alguna manera, podía escuchar cómo se rompía su propio corazón.
¿Creía realmente que podría haber un resultado para este amor unilateral?
Se regañó por arruinar la velada.
Debiese haber guardado silencio.
No era el momento y el lugar adecuados para hablar de ello.
—Nunca dije que no estuviese interesado —se inclinó hacia su mejilla lentamente, su pulgar limpió sus lágrimas—.
No sé cómo lidiar con esto.
Lu Xinyi lo miró boquiabierta por un momento mientras intentaba recuperar su autocontrol, abrió la boca, pero no podía encontrar las palabras adecuadas para decir algo.
¿Sería posible que ella pudiera conservar algo de su dignidad y marcharse lejos de esta horrible situación?
—No sé cómo explicar estos sentimientos que tengo por ti.
Varias veces deseé que pudiésemos dejar de fingir: ser verdaderamente marido y mujer más allá de los documentos legales.
Su aliento desapareció y su rostro se enrojeció más que nunca.
No sabía si reír o llorar.
Un dedo se enganchó debajo de su barbilla y la inclinó suavemente para que ella pudiera mirarlo a los ojos.
Él le ponía al límite.
Era demasiado guapo.
Demasiado popular y poderoso, más de lo que ella jamás sería.
A decir verdad, ella era simplemente una plebeya.
Le hizo desconfiar de su presencia como si nunca pudiera estar a la altura de él y sus expectativas.
Como si ella fuese a depender de él para luego sufrir cuando él se diese cuenta de que no era lo que quería.
Mirándose a sí misma, Lu Xinyi admitió que ni siquiera estaba en la misma categoría que Shen Yi.
—Pero, si necesitas saberlo, eres la mujer más interesante que conocí en mi vida.
Tu sonrisa iluminó mi aburrida existencia.
No eres como otras mujeres que he visto y con las que me he encontrado.
Incluso después de descubrir mi verdadera identidad, no hubo avaricia o un destello malicioso en tus ojos al mirarme.
Lu Xinyi lo miró a los ojos como si tratara de ver más allá de su alma.
Sus labios se curvaron en una sonrisa.
Ella dejó que su cabeza descansara sobre su pecho, su brazo envuelto alrededor de su espalda en un suave agarre.
—Entonces, dejemos de fingir.
Aprendamos de nosotros mismos y conozcámonos, Jefe Yi.
—Su voz sonaba contenta y feliz.
El deleite y el afecto causaron estragos en su interior.
Pensó que ella lo rechazaría, que lo rechazaría por lo que había dicho.
Ahora, él podría sostenerla como un verdadero esposo, amarla de todas las maneras correctas.
Sus ojos brillaron cuando le dio un suave beso en la cabeza.
Murmuró algo, pero el fuerte ruido que venía del podio lo cubrió.
Lu Xinyi levantó la cabeza y frunció el ceño.
Estaba segura de que su marido había dicho algo.
—¿Qué dijiste?
Shen Yi parpadeó cuando se dio cuenta de lo que le había contado a su esposa.
Él sonrió y negó con la cabeza.
De alguna manera, se sintió aliviado de que Lu Xinyi no lo escuchara.
Era algo que debía admitir primero para sí mismo.
—Te lo diré la próxima vez.
Lu Xinyi hizo un puchero, molesta porque él no había repetido lo que dijo.
—Ven, vamos a casa —Shen Yi la guió fuera del salón de baile hacia el pasillo vacío—.
Puedo escuchar tu pancita rugiendo de hambre —agregó bromeando.
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