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Trono de la Arcana Mágica - Capítulo 887

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887: Pista 887: Pista Editor: Adrastea Works —¿Estás diciendo que Tuck se ha mudado?

—”Nando”, quien ahora portaba encanto femenino, le preguntó a una mujer de mediana edad.

A causa de que estaba cerca de las minas, el cielo de la ciudad de Holsava estaba cubierto de polvo durante todo el año, lo cual lo hacía oscuro y gris.

En ese momento estaba en el centro de un valle oscuro, donde el estilo arquitectónico tendía más hacia lo misterioso y el tono sombrío que preferían los hechiceros.

La mujer de mediana edad a la que Fernando preguntó era una persona corriente.

Vaciló y preguntó.

—Sí, Señora Hechicera.

Tuck se mudó hace un mes.

El respeto y el miedo por los hechiceros se habían grabado en la sangre de los civiles del Imperio Mágico.

Fernando echó un vistazo a su alrededor.

Los edificios eran veteados, pesados, con trazos del envejecimiento en todas partes.

Al percatarse de que Tuck no parecía haber disfrutado de su vida en ese lugar, siguió preguntando.

—¿Sabes a dónde se mudó?

¿Exactamente cuántos años hace que se mudó?

La mujer de mediana edad pensó con miedo durante un momento.

—Señora Hechicera, recuerdo claramente que llovió mucho ese día.

Fue exactamente a mediados del mes pasado.

A decir verdad, los hechiceros tenían una regulación detallada y compleja sobre los años, meses y días, como el Año del Invierno, el Mes de Bronce y el Día de Thanos.

No obstante, era imposible para la gente corriente recordar esas cosas.

En su mayoría, aún aludían a los meses con sus nombres originales en la lengua común.

Fernando asintió.

La magia que llevó a cabo a escondidas le dijo que sus palabras eran fidedignas sin interferencias y si la mujer de mediana edad no era una hechicera oculta de rango sénior, lo cual ya había confirmado.

La mujer de mediana edad se sintió algo aliviada al ver que la hermosa muchacha ante ella asentía con la cabeza.

Estaba mucho más tranquila.

—El Sr.

Tuck es un hechicero al que no le gusta hablar.

Casi siempre se escondía en su habitación para experimentar todos los días.

No obstante, unos días antes de mudarse, cuando me encontré con él en el vestíbulo, lo escuché hablar sobre “Kufuray”, “mi nueva vida empezará allí “, y etc.

Había sido una ciudadana en el vecindario hasta que Tuck la contrató como su sirvienta.

—Kufuray…

—Fernando repitió el nombre y enseguida encontró el lugar correspondiente en el mapa en sus recuerdos.

Era una ciudad al noroeste de Aalto, en la frontera entre el territorio de los hechiceros y de una docena de iglesias herejes que estaban en contra de la Santa Verdad.

No había minas abundantes y recursos singulares en la ciudad.

«¿Por qué Tuck fue a esa ciudad?» Fernando estaba desconcertado.

Entonces, llevó a cabo divinidad y, una vez que se aseguró de que no hubiera peligros manifiestos, decidió ir allí y echar un vistazo.

Además, podría echar un vistazo a las iglesias herejes por el camino.

Siempre había sentido curiosidad por las formas de existencia de los dioses y la razón por la cual la Iglesia predicaba la fe.

Fue una lástima que la Santa Verdad fuera demasiado poderosa en Holm para que así pudiera observarla y estudiarla.

Ahora que había ido a Aalto, podría echar un vistazo por el camino.

Una vez cumplido su deseo, volvería a Aalto y regresaría a Holm con los hechiceros recién reclutados.

«Furan es una mujer atractiva.

Es una lástima que no pueda pasar más tiempo con ella.» Pensó Fernando con pesar, antes de reírse.

«Sin embargo, definitivamente enloquecerá si se entera de mi verdadera identidad.

No es malo irse lo antes posible.» Ahora que el Señor de la Muerte había llamado la atención de los legendarios, su comunicación con Holm definitivamente sería más frecuente.

Así pues, sería un desastre si el viejo zorro revelara accidentalmente que el emisario que envió era un tipo llamado Fernando.

…

Ciudad Kufuray era una ciudad de negocios en el Imperio Mágico.

Tenía una población elevada incluso en la actualidad y era significativamente más próspera que la ciudad minera de Holsava.

El sol estaba en lo alto.

Fernando observó la ciudad desde el cielo.

Los peatones caminaban como hormigas, y las torres se alzaban intimidantes.

No había nada fuera de lugar.

Descendió y aterrizó fuera de la ciudad, sin intentar desafiar los círculos de defensa de la ciudad.

Entonces, con las credenciales que le entregó Furan, cruzó la puerta.

En el momento en el que entró en la ciudad, Fernando sintió que la brillante luz del sol estaba atenuada, como si hubiera llegado a un bosque frío y oscuro.

—¿Los círculos mágicos de esta ciudad se han mantenido funcionando a semejante nivel?

—Fernando especuló.

En la calle, los residentes de Kufuray parecían familiarizados entre sí.

Fernando vio a muchas personas en grupos de diez discutiendo algo en voz baja.

«¿Qué está pasando?» Pensó Fernando con cautela.

Conjuró un hechizo de distracción y se aproximó a ellos.

—No te olvides de ir a ver al sacerdote esta noche.

Él rezará por nosotros.

—Lo haré.

Tengo que arrepentirme.

…

Palabras similares entraron en los oídos de Fernando.

No había nada que mereciera su atención.

Fernando resopló.

—Parece que las iglesias herejes han desarrollado nuevos seguidores aquí.

Jeje.

Es mejor que creer en la Santa Verdad.

Escuchó a otros grupos y no encontró nada extraño.

Así pues, fue a la Oficina de Hechiceros en el centro de la ciudad y preguntó por Tuck.

Según las reglas del Imperio Mágico, solo si los hechiceros se registraban en la oficina local podrían disfrutar de los privilegios, incluidos los subsidios, de los hechiceros.

Enseguida, salió de la oficina satisfecho.

Tuck estaba allí en efecto.

«Y me preocupaba que pudiera haber perdido la cabeza y anduviera suelto» Fernando pensó y caminó hacia el Número 24 de la Calle Ángulo Recto según el archivo.

Fue la residencia que le dieron a Tuck.

La Calle Ángulo Recto estaba cerca de la muralla de la ciudad.

Era tan mediocre como la ciudad de Holsava en el polvo.

Los edificios de allí también eran sombríos y andrajosos, como si no hubieran sido reparados desde hacía mucho tiempo.

Los hechiceros nunca se molestaron en perder su tiempo en las casas salvo en sus Torres de Magia.

Según ellos, ¡los civiles que criaron eran precisamente para tales cosas!

—¿Tuck también está condenado al ostracismo en este lugar?

Pero no lleva aquí mucho tiempo —murmuró Fernando, sospechando que era la influencia de Beto.

Por supuesto, no creía que Beto lo hiciera directamente, o Tuck habría desaparecido.

No obstante, la aversión de Beto se propagaría desde su círculo y sus seguidores a otras ciudades, y alguien trataría de complacerlo.

“Dum, dum, dum.” Fernando se detuvo ante una villa de dos pisos y llamó a la puerta.

La villa era tan vieja que ni siquiera tenía un timbre mágico corriente.

Tras unos pocos golpes, no hubo respuesta, ni siquiera una mascota mágica o una marioneta alquímica.

—¿Tuck no está aquí?” —Murmuró Fernando.

Qué mala suerte.

Intentó llamar de nuevo, con más fuerza para hacer más ruido.

“Dum, dum.

Criii…” Después del movimiento de Fernando, la puerta de la habitación se abrió lentamente.

No estaba cerrada en realidad.

Fernando sintió vagamente que algo no iba bien, pero entonces se percató de que Tuck era solo un hechicero que acababa de alcanzar el rango sénior.

Entonces, lanzó audazmente “Ojo Secreto” e investigó cada rincón con él.

Los escritorios y las sillas de la casa tenían una fina capa de polvo.

No había un alma viva tanto arriba como abajo.

Tampoco había una habitación secreta.

—Notas en la biblioteca y materiales en el laboratorio…

¿Tuck se fue a toda prisa cuando se estaba preparando para un experimento?

—Fernando especuló en base a la reacción de “Ojo Secreto”—.

También cabe la posibilidad de que no marchara, sino que desapareciera…

De lo contrario, un hechicero no habría dejado sus notas en la biblioteca en lugar de llevárselas con él.

Desconcertó a Fernando.

¿Por qué el tipo que hizo desaparecer a Tuck no se llevó el cuaderno?

¡Ese era el tesoro más valioso de un hechicero!

Su confusión se extendió.

Tras confirmar que no había peligro, Fernando entró en el estudio y decidió buscar pistas en las notas de Tuck.

«Tierra, fuego, viento y agua.

Estoy muy harto de los cuatro elementos y no puedo entender el contenido que hay detrás en absoluto.

¡Quizás, debería intentar estudiar el misterioso de los dioses!

Todas las iglesias tienen muchos expertos y falsos dioses.

Significa que los secretos del poder y la inmortalidad deben estar detrás de esto…

Lo que conseguí por casualidad parece estar relacionado con los misterios de los dioses.

No obstante, no puedo estudiarlo debido a la falta de materiales…

Me han dicho que algunas iglesias herejes están predicando en la ciudad de Kufuray, la cual aún pertenece a los hechiceros.

Esto es un regalo de la Diosa de la Fortuna.

¡Mi nueva vida empezará allí!» Se parecía más al diario de Tuck que a un auténtico cuaderno mágico.

Fernando estaba menos confundido.

Si el tipo se había ido a toda prisa, no era del todo necesario llevarse el cuaderno.

—¡Algo aquí no va bien!

De repente, unas pocas palabras, que obviamente estaban escritas a toda prisa, pasaron por los ojos de Fernando.

Casi podía sentir el miedo en ellas.

—¿Qué encontró Tuck?

El alivio de Fernando había desaparecido.

¡En ese momento, escuchó pasos viniendo desde la puerta!

…

—¿Dónde estás escondiendo a Nando?

¡Se supone que ella debía regresar antes de ayer!

—Furan llegó y le preguntó a Antec.

Antec no podría ser más inocente.

—¿Cómo voy a saberlo?

Ni siquiera sé adónde la enviaste.

—Jeje.

¡Si me entero de que has hecho algo malo por culpa de los celos, te daré de alimento a la pesadilla en persona!

—Furan constató detenidamente y sintió que Antec no estaba mintiendo.

Al final, dijo—.

Es extraño.

Solo lleva medio día viajar entre Holsava y este lugar.

¿Por qué no está aquí todavía?

—¿Qué está haciendo en Holsava?

—Preguntó Antec con curiosidad.

—Le pedí que fuera a buscar a Tuck.

A pesar de que Tuck no es muy agradable, todavía está…

pensando en otras cosas, Furan respondió con tranquilidad.

Antec se levantó de repente, sorprendido.

—¿Tuck?

¿No fue atraído a Kufuray por Beto con una artimaña?

—¿Qué?

¿Kufuray?

—Furan también se sorprendió.

—Esto es malo.

Nando no lo ha seguido hasta allí, ¿verdad?

—Antec caminó hacia Furan con nerviosismo.

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Leernovelas.com

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