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Trono de la Arcana Mágica - Capítulo 897

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  3. Capítulo 897 - 897 Los Miserables
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897: Los Miserables 897: Los Miserables Editor: Adrastea Works Todos los peatones iban y venían rápidamente por la calle, pero Oliver estaba en el centro como una estatua, totalmente inadecuado para el entorno.

Como un muchacho, si bien era brillante en obras de teatro y bastante experimentado en ciertos aspectos, y no era su primer viaje al exterior, semejante situación aún fue demasiado para él.

¡Ese era su presupuesto para manutención durante los próximos meses!

¿Qué debía hacer?

¿Qué iba a comer?

¿Dónde iba a dormir?

Incontables preguntas inundaron su cabeza con frustración e indignación, haciéndole sentir que la tarde soleada era oscura y que la multitud a su alrededor era indiferente y distante como si estuvieran en mundos diferentes.

—¡Malditos ladrones!

Tras un buen rato, Oliver lanzó un aullido que casi hizo tropezar a los transeúntes.

Cuando aulló, agarró su maleta con fuerza, temiendo que otro ladrón apareciera y robara sus últimas posesiones.

Sin preocuparse de las otras personas que lo miraban como si fuera un psicópata, Oliver liberó sus sentimientos.

Tras un instante, al final se calmó y empezó a pensar cómo sobrevivir.

«Cálmate, cálmate, Oliver, tienes el talento, la imagen y la fuerza física para superar las dificultades.» Oliver se animó y pensó rápidamente, tratando de encontrar una solución a partir de su experiencia, pero la mayor parte de su experiencia procedía de las obras de teatro.

—Es cierto.

En semejante momento, todo lo que necesito es alguien que me valore.

Mi nueva vida empezará ahí —al encontrar una solución a raíz de sus obras de teatro, apretó los puños—.

Oliver, tu posesión más preciada no es tu cartera perdida, sino tu mente y los guiones en tu maleta.

Siempre y cuando se los muestres a los caballeros con gustos refinados, obtendrás de inmediato una buena recompensa.

Al haber encontrado una solución, Oliver recuperó el espíritu de un muchacho.

Sacó una gruesa pila de papel de su maleta.

Agarrándolos con fuerza, preguntó el camino mientras fantaseaba con lo que compraría después de hacerse rico: una casa extravagante, varias doncellas obedientes y hermosas, fina y deliciosa comida, vinos famosos, amantes atractivas y, lo más importante de todo, ¡algunos matones para matar al maldito ladrón!

La Sociedad de Obras de Teatro, ubicada en la Calle Alanmu, no estaba muy lejos de la puerta, así que Oliver vio enseguida el singular edificio que estaba soportado por pilares de piedra gris.

Se detuvo cuando vio a los guardias en la puerta.

Recordó el cliché más utilizado en las obras de teatro, los cuales eran que los orgullosos guardias rechazaban al héroe por su andrajosa vestimenta, y por lo tanto tenía que conseguir su fin a través de otros métodos indirectos.

—No puedo cometer tal error —a Oliver le pareció que fue lo bastante inteligente para tener eso en consideración.

Así que, caminó hacia una plaza cercana y se peinó el cabello el cual se había despeinado durante su catarsis anterior frente al estanque que estaba tan uniforme como un espejo.

Entonces, sacó un abrigo negro nuevo de su maleta, reemplazando el sucio que vestía.

Al final, dobló un pañuelo en forma de flor y se lo guardó en el bolsillo del pecho.

—Un caballero elegante —Oliver asintió con satisfacción y caminó hacia la puerta de la Sociedad de Obras de Teatro de nuevo.

No se molestó en mirar a los guardias cuando se acercó a la puerta.

Simplemente resopló de forma condescendiente cuando se acercaron a detenerlo.

Los dos guardias, engañados por su naturalidad y su aspecto, pensaron que era un noble señor y por lo tanto retrocedieron, sin atreverse a detenerlo.

—Jaja.

¡Oliver, eres fantástico!

¡Lo lograrás!

—Oliver se felicitó y caminó más rápido.

—¡Oye!

¡Oye!

¡Déjame que te diga algo, seré el mejor dramaturgo en el futuro!

¡No puedes ser tan descortés!

Varios minutos después, Oliver fue atrapado por dos hombres musculosos y arrojado por las escaleras.

—¡Piérdete, farsante!

—¡Vaya un lunático arrogante!

Maldijeron y arrojaron la maleta y los guiones de Oliver por el camino.

“Crack”.

La maleta se abrió cuando golpeó el suelo, y su ropa y guiones salieron volando.

Al ver sus más preciados guiones salir volando antes él y aterrizar en el polvo, Oliver se quedó perplejo durante un momento, antes de rugir de furia.

—¡Os arrepentiréis!

—¡Un joven y talentoso dramaturgo como yo definitivamente logrará algo grandioso!

Haciendo las maletas con sufrimiento, Oliver deambulaba por la calle sin rumbo, sin saber qué podía hacer o a dónde podía ir.

—Encontraré un refugio esta noche y echaré un vistazo al ayuntamiento mañana para ver si puedo conseguir un trabajo —al ver que las oscuras nubes iban en aumento, Oliver se recuperó de su frustración y rechinó los dientes—.

Puedo crear poemas.

Soy bueno con las palabras.

¿Cómo voy a morir de hambre en Rentato?

Poco a poco, recobró su confianza.

Encontró un refugio bajo una cornisa y se ocultó debajo de ella.

“Hualala”.

Una lluvia torrencial caía, levantando una niebla en el terreno.

Oliver estaba embelesado por la escena, antes de alegrarse de repente.

—¡Mis experiencias de hoy inspirarán mis futuras creaciones!

“Paf.” Oliver sintió que su cabeza explotaba.

Luchó para darse la vuelta, solo para descubrir que un vagabundo estaba mirándolo.

—¡Este lugar es mío!

—El tipo señaló debajo de la cornisa.

La furia que Oliver recabó durante todo el día estalló.

Como un muchacho, rugió.

—¡Yo llegué primero!

—Arremetió y luchó contra el vagabundo.

De repente, su rostro se congeló y sus ojos perdieron la concentración ya que otro vagabundo salió de su espalda y lo golpeó con fuerza en la cabeza con un palo de madera.

La oscuridad, la sangre, el dolor y el frío perseguían a Oliver, así que le era imposible escapar de las inimaginables miserias.

Después de hacer todo lo posible, Oliver se sentó de repente.

La oscuridad ante sus ojos se desvaneció, revelando la tenue luz de las velas ante él.

—¿Dónde…

Dónde estoy?

—Murmuró, mirando la destartalada cabaña.

Sintió que su cabeza estaba ardiendo por el dolor.

—En mi casa —una fría voz hizo eco.

La puerta de la habitación se abrió y un hombre calvo y corpulento de aspecto duro salió—.

Te han vendido a mí.

—¿Qué?

—Oliver saltó de su cama con incredulidad, solo para ser tiirado al suelo por el hombre con un solo puñetazo.

—Llámame jefe, ¿entiendes?

—El hombre mostró sus músculos—.

Cierra la boca y escúchame.

Con la cabeza mareada tras el puñetazo, Oliver se tocó los labios hinchados y miró al calvo con miedo.

El calvo se echó a reír.

—Como un extranjero que no tiene dinero o fuerza, fuiste lo bastante valiente como para pelear contra los vagabundos locales.

Jeje.

Después de que te dejaran K.O., te robaron la ropa y me la vendieron.

A partir de hoy, serás mi subordinado.

Serás liberado cuando hayas hecho el suficiente trabajo para compensar el dinero que pagué por ti.

Ese cabrón no parecía tan malo…

Cubriéndose los labios, Oliver preguntó.

—¿Qué vamos a hacer?

—Enterrar —el calvo respondió con disgusto.

Cuando empezaba a amanecer, el calvo, llamado George, llevó a Oliver a una morgue.

—Los cuerpos que no tienen parientes o dinero estás almacenados aquí.

Nuestro trabajo es enterrarlos en el nuevo cementerio.

La Iglesia y el ayuntamiento nos pagarán —en el momento en el que George abrió la puerta, el hedor de los cuerpos en descomposición se propagó, haciendo que Oliver, quien nunca había olido semejante cosa antes diera arcadas.

Muchos otros enterradores con ropas andrajosas estaban en la morgue.

Todos eran subordinados de George.

—Oye, hay muchos novatos aquí hoy —George habló encantado.

Entonces, se dirigió a los cadáveres recién entregados y rebuscó en ellos con minuciosidad en busca de posesiones que pudieran ser de algún valor.

Si su ropa estuviera relativamente intacta, simplemente se la quitaría.

Oliver sudaba y temblaba con fuerza, sintiendo que había llegado al infierno.

Después de acabar el saqueo, George se echó a reír.

—¡Muchachos, vamos a trabajar!

Oliver movió los cadáveres a un carruaje especial de mala gana.

Cuando tocó la fría piel, qie por poco saltó lejos.

Sintió que su mano estaba tan sucia que él prácticamente apestaba.

Los enterradores iban juntos en el camino desde la morgue hasta el nuevo cementerio.

Oliver no tuvo ninguna oportunidad de escapar.

El Calvo George también le dijo que tenía conexiones en la Iglesia y el ayuntamiento, y que si Oliver se atrevía a escapar, lo enterrarían directamente en el nuevo cementerio.

El hedor a podredumbre estaba por doquier en el nuevo cementerio, situando un olor permanente en los barrios marginales cercanos.

—Solo los pobres viven aquí.

Los reverendos de la Iglesia nunca se molestan en purificar por aquí —George se quejó y le pidió a Oliver que cavara agujeros.

El nuevo cementerio había sido procesado previamente por los reverendos.

Así que, era muy poco probable que aparecieran criaturas no muertas.

Estaban bastante seguros.

Sujetando la pala, Oliver cava hoyos mecánicamente y aturdido.

En mitad de su excavación, varios huesos aparecieron de la nada, forzándolo a retroceder asustado.

—¿Este lugar está ocupado?

—George se tocó la calva—.

Está bien.

Entiérralos encima de ellos y ya —dijo de forma despreocupada.

Los cuerpos fueron arrojados, y el barro fue rociado sobre ellos.

Muy pronto, la tierra quedó en paz de nuevo.

George encontró una lápida de madera y la colocó en el centro del cementerio.

No había blasones ni epitafios, sino solo una cruz destartalada.

—¿Mi vida va a acabar así?

—En el hedor, Oliver pensó aturdido y confundido.

…

En una mansión en las afueras, la sala estaba repleta de luces, y podía olerse la deliciosa comida por doquier.

—¿Cómo te llamas?

Bien, Vicente, ¿quieres uno?

Este es el mejor cigarrillo del Reino de Brianne —un joven y elegante noble, de pelo negro y ojos azules, hizo un gesto a Vicente, con unos cigarrillos amarillentos en las manos.

Tanto su semblante como su tono estaban llenos de condescendencia.

Ruborizado, Vicente negó con la cabeza.

—Lo siento.

No fumo.

—Anda, qué niño de mamá.

No es de extrañar que le gustes a Shirley —dijo el joven noble con sarcasmo.

Shirley, quien no estaba lejos de Vicente, avanzó y levantó la cabeza.

—Sí.

Odio a los hombres que beben, fuman y no tienen modales.

Entonces, arrastró a Vicente a una mesa cercana y dijo en voz baja.

—Vicente, por favor, no te preocupes.

Es todo culpa mía.

No debería haberte pedido que te unieras a esta cena.

—Está bien.

Nos vamos a casar pronto.

Tendré que enfrentarme a esto tarde o temprano —al pensar en su sueño, Vicente anunció con orgullo—.

Soy abierto de mente.

Es cierto que no soy un noble que ha disfrutado de esas cosas desde la infancia, pero intentaré ser mejor que ellos y asegurarme de que tu futura vida no sea peor.

A lo lejos, los padres de Shirley los miraron, con sus rostros repletos de frialdad.

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Novelasya.com

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