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Trono de la Arcana Mágica - Capítulo 902

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  3. Capítulo 902 - 902 El tesoro
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902: El tesoro 902: El tesoro Editor: Adrastea Works En el páramo cubierto de arbustos había huesos y esqueletos por todos lados.

Un pequeño grupo de mercaderes ambulantes estaba atravesando la peligrosa área bajo la protección de una docena de mercenarios.

Su destino era el Reino de Brianne.

El páramo estaba ubicado en la frontera entre Holm y Brianne y se encontraba rodeado por grandes montañas en las que vivían toda clase de criaturas mágicas.

Además, había rumores de que aquella zona fue una vez parte de los dominios gobernados por Viken, el Rey de las Calamidades y el Mandatario-General del Gran Holm.

Él se diferenció de todos los mandatarios-generales anteriores y posteriores.

En lugar de solo centrarse en proteger Rentato, Viken también había llevado a cabo sus numerosos experimentos allí, cerca de la frontera.

Por lo tanto, en el páramo había muchas criaturas extrañas, y se creía que estas eran los resultados deplorables de los experimentos de Viken.

Después de que este último desapareciera, nadie nunca encontró la entrada a su semiplano ubicada en dicho lugar.

Nadie sabía por qué desapareció, y nadie nunca pudo encontró los objetos mágicos que él dejó.

Varios hechiceros consideraban aquello una gran lástima.

Un hechicero cercano a la cima del nivel legendario y el maestro del estudio de linajes debía tener muchísimos tesoros y gran conocimiento en su semiplano, pero todos ellos se habían perdido en el largo río del tiempo.

—Hay incontables historias similares.

Algunos incluso están intentando encontrar hoy en día el tesoro de Viken en estos páramos —dijo el líder sustituto de los mercenarios, llamado Hassan, con sentimientos encontrados—.

Ellos deben pensar con sus traseros.

Incluso si son bendecidos por la Diosa de la Suerte y encuentran la entrada, ¿son capaces de obtener los tesoros del semiplano?

Viken era llamado el Rey de las Calamidades, y era un maestro en el estudio de linajes y en la transformación de cuerpos.

Te apuesto la bolsa de licor que en su semiplano y torre mágica hay monstruos transformados cercanos al nivel legendario.

Um, quizá hay gente que ya encontraron el semiplano, pero todos ellos se convirtieron en la comida de los monstruos.

Uno de sus subordinados era un muchacho adolescente de apariencia tranquila y culta.

Al oír las palabras del líder sustituto, la expresión en su rostro cambió ligeramente, para luego esbozar una sonrisa forzada.

—Ellos fueron cegados por su avaricia; el tesoro devoró su sabiduría.

—Oliver, tú seguramente fuiste un bardo.

Siempre dices algo interesante —Hassan le dio palmadas en el hombro al muchacho.

Él había conocido a aquel joven por tres o cuatro meses, y sentía que Oliver era un subordinado bastante bueno, pues sabía hablar apropiadamente y cómo hacer las cosas de la forma correcta, exceptuando el hecho de que disfrutaba divertirse con mujeres, lo cual no era nada preocupante.

En aquel momento, el líder, Grigra, habló con frialdad: —Ya no hablen así junto a grupos de negocios.

Es probable que vigilantes nocturnos los oigan.

—¡Solo estamos contando historias!

—Dijo Hassan con descontento.

«¿¡Qué tenía esto que ver con esos vigilantes nocturnos!?» Grigra resolló.

—Escuché de los nobles en el grupo que esos vigilantes nocturnos han estado actuando como locos recientemente.

Ellos han quemado a unos cuantos mercenarios por conversar sobre hechiceros legendarios.

Los vigilantes nocturnos creen que son malvados.

—¿¡En serio!?

—Hassan se quedó bastante sorprendido.

Lo mismo pasó con Oliver, quien momentos atrás solo estaba inmerso en sus pensamientos.

Ellos eran conscientes que los vigilantes nocturnos eran lunáticos, pero nunca supieron que ellos llegarían a tales extremos.

—Puedes intentarlo si quieres —respondió Grigra con indiferencia.

A continuación, dirigió una mirada significativa hacia Oliver.

Él aún seguía con la guardia en alto respecto al miembro más reciente del equipo.

El instinto de Grigra le decía que aquel joven estaba ocultándoles algo.

Quizá era un criminal en fuga.

Si no hubiera sido porque no sintió una sola onda de poder espiritual proveniente del muchacho, él ya lo habría enviado a la inquisición.

Oliver era consciente de que el líder pensaba que era sospechoso.

Él bajo la cabeza, habiendo decidido dejar el grupo una vez terminara el viaje.

Desde que escapó de Rentato, su vida había sido peligrosa y estado llena de preocupación.

Aunque había matado a un hombre, él no era un hechicero.

Por lo tanto, los vigilantes nocturnos no iban a perseguirlo.

Pero los mercenarios, aventureros y alguaciles seguían llenando su vida de riesgos, obligándolo a luchar para defenderse.

Afortunadamente, él tenía mucha experiencia y había aprendido algunas habilidades de lucha.

Su agudeza y los varios tipos de polvos extraños que llevaba consigo le habían ayudado a llegar hasta la frontera del Reino de Holm, y él había decidido volver a empezar dese cero.

La muerte de Goldson no fue un incidente realmente importante, por lo que no se le pondría en la lista de buscados de todo el país.

Cuando llegara a un área remota, se encontraría a salvo.

Lo que aprendió de su experiencia era que uno solo podía esperar su muerte si carecía de poder.

¡Por lo tanto, él había empezado a intentar la meditación tras abandonar sus creencias en el Dios de la Verdad!

No obstante, hasta aquel día, él aún no había ingresado al entorno de meditación mencionado.

Oliver no se sintió decepcionado.

De acuerdo a la corta vara azul, incluso una persona con talento necesitaría invertir de seis meses a dos años para dominar su espíritu y así ingresar al estado de vacío.

Él había empezado solo cuatro meses atrás.

«¿Pero por qué se consideraba a la tierra, el fuego, el viento y el agua los cuatro elementos más básicos?

¿Cómo estos formaban tantas cosas diferentes?» Oliver, un joven al que siempre le interesó la ópera, no podía controlar su imaginación, por lo que se puso a pensar.

Luego de avanzar marchando por un tiempo, Grigra observó los alrededores y les pidió que empiecen a armar tiendas.

Oliver era parte de los responsables de hacer guardia esa noche.

Se encontraban a medio verano, pero en el páramo seguía haciendo frío.

Sentado junto al fuego, Oliver se veía pensativo.

¡Él observó las estrellas en el cielo y pensó que ya se encontraba muy cerca del tesoro!

El muchacho había visto la extraña roca roja, la cual parecía un demonio que se mantenía pegado al suelo.

¡Él fue hasta aquel lugar por una razón!

Lo que Hassan dijo anteriormente lo asustó, pues le hizo pensar que el lugar que estaba buscando era en realidad la entrada del semiplano de Viken.

Sin embargo, el conocía la diferencia entre las leyendas y la realidad, y creía que estaba buscando el tesoro dejado por otro hechicero, quien probablemente se asentó allí en busca del semiplano de Viken.

Se estaba haciendo tarde, y el viento se había vuelto aún más frío.

Los dos mercenarios que salieron a patrullar antes habían regresado.

—Ahora es tu turno —ellos patearon a Oliver.

Los dos extendieron las manos hacia el fuego y empezaron a disfrutar del calor.

Oliver empuñó la espada corta y le sonrió al hombre que iba a patrullar junto a él.

—Yo iré por este lado, ¿de acuerdo?

—Cuál es la diferencia…

—Murmuró el sujeto.

A continuación, caminó en la otra dirección.

Tras caminar hasta un rincón remoto, la sonrisa en el rostro de Oliver repentinamente desapareció por completo.

Sujetando su espada corta, él dejó el campamento y caminó hacia la extraña roca.

Él solo tenía diez minutos para patrullar por esa área.

Debía encontrar el lugar en el que estaba escondido el tesoro en tres minutos o menos.

Oliver tenía la guardia en alto, por lo que su mente estaba más despejada que nunca.

Tres minutos más tarde, él había alcanzado la extraña roca exitosamente y sin llamar la atención de nadie, y había pasado a intentar encontrar algo en la brecha entre la roca y el suelo.

Después de un minuto, él no pudo encontrar nada.

Otro minuto pasó, y seguía sin haber nada.

Había una fina capa de sudor en su frente.

No obstante, se mantuvo tan calmado como antes.

Repentinamente, una expresión de sorpresa apareció en su rostro.

Él empezó a excavar más rápido y luego insertó la vara azul en el agujero.

Con un sonido nítido, esta última quedó insertada en un engranaje de metal.

A continuación, luz azul provino de la brecha y tiñó el pasto cercano del mismo color.

Silenciosamente, una cueva quedo expuesta en el suelo del páramo detrás de la extraña roca.

El camino adentrándose en esta se encontraba cubierto de ladrillos de piedra de color gris oscuro.

Oliver sacó la vara y procedió a ingresar apresuradamente.

Él empezó a caminar cada vez más rápido hasta terminar corriendo a toda velocidad.

De acuerdo con los caracteres sobre la vara, había un engranaje en el interior para cerrar la entrada.

Él tenía que encontrarlo y activarlo antes de que los mercenarios lo encontraran para estar a salvo allí.

El sonido de sus pasos resonó en el pasillo.

Finalmente, Oliver vio un salón circular delante suyo.

El espacio se encontraba dividido en unas cuantas habitaciones de piedra, to todas las puertas estaban abiertas de par en par.

Lo que había en cada cuarto era evidente: librerías y toda clase de gemas resplandecientes.

¡Oliver se quedó pasmado por un segundo debido a los grandes tesoros!

Obviamente, ese lugar era una bóveda de tesoros.

Oliver ni siquiera sabía hacia donde mirar: Rocas de las Olas, Rocas del Sol, Cristales de Hielo…

El muchacho había visto a damas nobles usar aquellas gemas.

Él comprendió su valor.

—¡Ja ja, ahora soy rico!

—Dijo una voz ronca a espaldas de Oliver entre risas.

Este último se quedó estupefacto.

Volteó y vio al líder de su grupo, Grigra, quien estaba caminando hacia él pareciendo bastante avaricioso y emocionado.

Había una espada larga en su mano.

Oliver no sabía qué hacer.

Grigra rió.

—Sabía que estabas ocultando algo.

Siempre quise expulsarte tras completar la misión.

¡Pero lo que no sabía era que estabas ocultando algo tan asombroso!

¡Gracias por traerme tantas gemas!

Él formó una cruz frente a su pecho y volvió a hablar: —Gracias a Dios por traerte hacia mí y guiarme hacia el tesoro.

Para expresar mi gratitud, ¡dejaré que mueras aquí!

Sosteniendo la espada corta y la vara mágica, Oliver estaba tan asustado que retrocedió unos cuantos pasos.

Frente al líder del grupo, quien casi había alcanzado el nivel de un caballero, él no se sentía seguro de sí mismo.

Grigra no quería desperdiciar tiempo.

Sin vacilar, él saltó hacia Oliver y levantó su espada.

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Novelasya.com

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