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Un Rudeus diferente - Capítulo 256

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  4. Capítulo 256 - 256 Un oscuro pasado
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256: Un oscuro pasado 256: Un oscuro pasado —¿Quiénes son ellos, papi?

—preguntó Lucy.

—Uuuuf, ellos son, buenos Mis viejos amigos de esta vida amor .

—¿Y por qué pones esa cara, papá ?.

Como si estuvieras asustado de verlos.

—Eeeh, porque ellos , son eeeh, no son como el tío Cliff o Zanoba.

—Uuuf, qué bien, no son unos ineptos —dijo Lara.

—Oye, ¿qué quieres decir con eso?

—le dijo Cliff.

—Nada, tío.

—Oye, papá, ¿ese de piel oscura es un demonio?

Me dijo Lucy.

—No seas racista, Lucy, y no lo es, es un humano.

—Qué feo es.

—No le digas así —le dije mientras los chicos se acercaban.

—¡Hola, amigo!

¿Cómo estás?

—dijeron abrazándome.

—Vaya, llegaron los bomberos forestales —les dijo mi hermano.

—¿Cómo bomberos forestales?

—Claro, ven humo y aparecen.

—Jaja, muy gracioso, ¿qué hacen aquí?

Dijo Lucho, pero rspudente su mirada se clavo en Ariel.

Oye, Paulito, ¿quién es la rubia?

—dijo Lucho mirando a Ariel, veo que esta embarazada y a mi que me gustan tanto las manitas solteras.

—Niñas, pueden ir con sus madres, papá debe hablar algo con estos individuos.

—Sí, ten cuidado con el feo, papi, se ve por su cara que es un bandido —dijo Lucy corriendo junto a Lara hacia Silphy.

—¿Qué demonios pasa con esas niñas?¿Como que bandido?

Es cuero qué en mi juventud fui a robar naranjas, pero iba con todos ustedes, nos dijo Lucho.

—Por favor no hables de eso delante de mi familia, y esas niñas son mis hijas.

—¿Hijas tuyas?

—Sí, ¿qué tiene de raro?

—Nada, ya lo habías dicho, pero verlo es diferente, si que se parecen a sus madres.

—Bien, escucha nada de estupideces, y lo digom por ti Lucho.

Y Esa rubia es mi esposa y está embarazada de mi hijo , tampoco intentes nada con la Elfa rubia, ella es la esposa de Cliff.

—¿Y quién carajos es Cliff?

—Ese.

De ahí con el parche en el ojo.

—¿Es pirata?

—No, tiene un ojo Demoníaco, lo que pasa es que…

—No quiero saberlo, dijo Sergio .

—Sí, mejor que no.

—¿No trajiste a ninguna, manita soltera egoísta?

Me dijo Lucho.

—No, porque tú solo eres mi subconsciente que me hace ver al Idiota de mi amigo.

—Eres un a aparador egoísta Paulo, antes eras chevere.

—Nada de idioteces, Lucho for favor te lo ruego, y por favor no recuerdes imbecilidades delante de mis hijas .

—Eres un aguafiestas ¿Al menos podemos comer carne?

—me dijo Sergio que miraba la parrilla babeando .

—Sí, claro, come lo que quieras, vengan, voy a presentarlos — les dije.

—Oigan, chicos, ellos eran mis mejores amigos en este mundo —dije.

—¿Cómo que eran?

Aún lo somos, idiota, no me digas que nos engañas con otros tipos —me dijo Lucho de manera dramática.

—Deja de ser tan payaso, bien, a mis esposas ya las conocían.

—Sí, claro, cómo olvidarlas —dijo Sergio mirando con temor a Silphy.

—Él es el padre Cliff Grimoire y su esposa Elinalise.

—Un gusto, padre, ¿ella es su esposa?

Le dijo Lucho.

—Así es —dijo Cliff.

—Sapbe.

—¿Qué quiso decir con eso?

—me preguntó Cliff con mala cara.

—Nada, solo dijo que tienes buen gusto.

—¡Claro que sí!

Elinalise es hermosa —dijo Cliff inflando el pecho.

—¿Son franceses?

Hay una Francia en ese mundo —preguntó Lucho.

—No, claro qué no no .

—Uuf qué bueno, y si tienes razón no huelen mal y son blancos, qué pregunta tan estúpida hice —me dijo.

—Sí, bueno, él es Zanoba Shirone.

—Un gusto, flaco —dijo Sergio estirando su mano.

—¡NO LE DES LA MANO!

—¿POR QUÉ?

¿QUÉ DEMONIOS POR QUÉ GRITAS?

—Lo siento, Sergio, no es descortesía, Zanoba no controla su fuerza, podría a rompertela.

—¿Por qué?

¿Es una especie Ivan Drago o Rambo?

—No, es una condición de ese mundo llamada Miko, Zanoba nació con fuerza extraordinaria.

—Ya veo, dijo Sergio mirándolo con desconfianza.

—Siguiendo con las presentaciones, ella es Ariel, y es eeeh…

¿mi esposa?

Sí, mi esposa.

—Encantado, Madamme —dijo Lucho besando su mano y guiñándole el ojo, mientras Ariel hacía una mueca algom complicada, creo que ella nunca vio a alguien con esos rasgos tan nativos.

—El gusto es mío, ¿ustedes son los amigos de Rudy?

Dijo Ariel con el encanto que la caracteriza —¿Rudy?

¿Y quién carajos es ese idiota?

—dijo Lucho.

—Yo soy Rudy, así me llamo en mi otra vida, ya te lo había dicho, tarado.

—así que Rudy eeh , Qué nombre tan Gay.

—Sí, es mega gay —le dijo Sergio.

—Váyanse a la Mierda los dos.

Uuuf y estas dos niñitas son mis hijas, la mayor Lucy y ella es Lara mi segunda hija.

—Vaya, esto sí es increíble, tú con hijas dijo Sergio.

—De hecho tengo 8 hijos y uno más en camino.

—¿Tantos?

¿Que acaso eres una especie de Peter North o Jordi en e otro mundo?

¿Comes muchas claras de huevo con jugo de piña?

¿Muchos mariscos?

Qué demonios amigos, nueve hijos, y con todas estas chicas.

—Así es y los hice con la misma, si saben a lo que me refiero, Jajaja, auch —me quejé luego de un zapatazo de Silphy.

—Lo siento, amor.

—Así que tus hijas eeeh, increíble.

¡Espera un segundo!

ella tiene orejas de duende, dijo Lucho mirando a Lucy con temor .

—Oye, como duende, no le digas así a mi nieta—le dijo Elinalise.

—Oh, lo siento, señora ¡espere un segundo!

¿Nieta?

.

—No me diga duende, hombre feo —le dijo Lucy provocando que yo, mi hermano, mi cuñada y Sergio nos rieramos, lo mismo que Lara que también empezó a reír como una lunática.

—Sí, definitivamente son tus hijas —me dijo Lucho.

—Sí, en fin, ¿qué hacen aquí?

—preguntó.

—Eso no te importa entrometido.

Pero estamos De día de campo, ¿acaso eres ciego, tarado?

—Me refiero con esta gente.

—Aaah, pues Querían ver este mundo.

—¿Y las trajiste aquí?

¿Acaso allá no hacen esto, no hay parques ?

Dijo Sergio.

—Bueno, sí, pero aquí es más seguro, allá existen los monstruos, aquí lo más terrible que te puede pasar, es cruzarte con un conejo o un ratón .

—¿Cómo que no hay monstruos, papá?

Si él parece uno —dijo Lara apuntando a Lucho provocando las risas de mi hermano y Sergio, aunque eso le costó un coscorrón de Eris.

—Ummm, veo que sacó tu sentido del humor —me dijo Lucho.

—La verdad los traje acá porque querían aprender a conducir un vehículo, les dije .

—Así que conducir, eh, qué estúpido.

Debiste llevar a las niñas a un parque de diversiones, y a tus esposas a la playa, a la disco, a un concierto, a un partido de fútbol, a un museo, al cine, a ver aviones, o a otro lado, no a esta ciudad aburrida.

—Ya cállate, Lucho, no les des más ideas .

Si sigo mostrándoles a las chicas todo de este mundo, el idiota que escribe este fanfic no va a terminar nunca esta historia .

—¿De qué demonios estás hablando, Paulo?

—me dijo Ana.

—De nada, cuñada, no me hagas caso, le dije.

—Quiero ver un avión, papá —me dijo Lucy.

—Pues mira al cielo, amor, ahí va pasando uno, dije nostrandole un avión qué dejaba una estela.

—¡Ooooooh!

—fue la exclamación de todos.

Mis amigos los miraban con una sonrisa por la reacción que tenía mi familia .

—Oye, papá, ¿ese avión se está tirando pedos?

—No, Lara, suena así por sus motores.

—No, lo digo por el gas que le sale por la cola.

—Sí, bueno, debe estar bombardeando las nubes para que llueva, amor.

—Ooooh.

Como sea, quiero conducir, papá —me dijo Lucy.

—Uuuf, está bien, vengan conmigo.

Chicos, vengo pronto, coman lo que quieran.

Hermano, cuidado con el Sergio, que come más carne que la bacteria asesina.

—Jaja, claro —dijo el hermano de Rúdeus mientras este iba a dar una vuelta con Lara y Lucy, mientras los chicos se sentaban a la mesa con los amigos de Paulo del otro mundo, aunque evitaban a Silphy y Elinalise, a quien temían por sus orejas y la magia.

—¿Por qué todos me miran así?

—dijo Lucho.

—¿Estás quemado por el sol?

En Begarit vi a una persona que se quemó así, y tenía la piel como tú, le dijo Elinalise .

—Dejen a Lucho en paz, es su piel natural, dijo Alejandro.

—¿Todos en su mundo son blancos?

Preguntó Lucho —Así es —le dijo Eris.

—Ya veo, debe ser el paraíso para el pintor austriaco.

Miren, yo soy mestizo, mitad blanco, mitad indio, así que por eso soy más moreno ñ .

—Ya dejen de mirarlo así, parecen racistas —dijo Silphy.

—No es eso, es que nunca vi un humano como tú, bueno, aparte de Nanahoshi —le dijo Elinalise.

—Sí, la japonesa, Paulo me habló de ella —dijo Lucho.

—¿Por qué me miran ustedes dos asustados?

—les dijo Elinalise, —Ellos te tienen miedo, abuelita, creen que eres una duende, le dijo Silphy .

—Jajajaja, ¿por qué piensan eso?

—Cuando me vieron las orejas, él salió huyendo de mí y se subió a un árbol.

Rudy y su otro amigo estuvieron una hora convenciéndolo de bajar.

—Jajaja, no muerdo, querido —le dijo Elinalise.

—Si claro, te vi mordiendo cosas peores —se dijo Roxy para sí misma.

—¿Así tú eres cura?

Le preguntó Sergio a Cliff —Así es, soy obispo.

—Vaya, señor obispo, sabes, teníamos un amigo que se hizo cura, usted también es,…

.

es un degenerado, que embarazó a la prima cuando tenía 21 años, ¿puede creerlo padre ?

¡La prima!

Jajaja, degenerado,¿ qué clase de degenerado se acuesta con su prima!

.

—Cof, cof, cof —tosió Eris, que se hacía la tonta.

—Yo no soy así, solo tengo una mujer —dijo abrazando a Elinalise.

—Ya veo, ¿y cómo es la religión en su mundo?

preguntó Lucho.

—No, no le preguntes —le dijo Eris, pero era tarde, Cliff empezó con su larga y apasionada explicación de su fe.

Mientras eso pasaba, Ariel se sentó al lado del hermano de Rúdeus y su cuñada.

—¿Cuántos meses tienes?Le preguntó Ana.

—Tres meses.

—Jajaja.

—¿Qué es tan gracioso?

—dijo Ariel.

—Nada, me cuesta creer que mi cuñado esté con 4 mujeres y ellas no se estén matando ni arrancándose el pelo —dijo Ana.

—Si te soy sincera, yo sí merecía que me hicieran eso —dijo Ariel.

—¿Por qué?

Preguntó Alejandro.

—Pues porque yo me metí en el matrimonio de tu hermano casi a la fuerza, dijo Ariel —Vaya, y tan fiel que era Paulo en esta vida.

—Aún lo es, de hecho, ni siquiera sabía que estábamos juntos hasta hace unos años, dijo Ariel .

—¿Cómo es eso posible?

Dijo Ana.

—Pues me disfrazaba de sus esposas y me metía en su habitación cuando viajaba a Ars y me metía en su cama (…).

—Aaagh, ya veo, eres una gata rompe hogares —dijo Ana mirándola con reproche.

—No me miren así, yo lo amo, y sé que estuve mal, pero no me arrepiento y todas ellas ya me perdonaron.

—Santo dios, eso si que es suerte, o estupidez, dijo Ana —¿Cómo era Rudy de niño, en esta vida?

—preguntó Ariel.

—Normal, era un niño normal, creció conmigo, esos dos dementes y Ana, bueno, también el pelado Morales, pero no era tan cercano.

Jugaba al fútbol, venían a este mismo lugar, a esas colinas, a andar en bicicleta, o al arroyo en verano, le gustaba la música, y eso, no hay mucho que decir, era un chico muy normal.

Cuando fue adolescente tuvo una que otra novia, y una infeliz que le rompió el corazón, y después de eso solo estudios, trabajo, su casa, hasta que un día nos dejó y jamás regresó, le dijo el hermano de Rúdeus.

—Ya veo, lo siento.

Mi hijo mayor, a pesar de crecer en palacio, también gusta de cosas así, es algo salvaje.

—¿Palacio?

Qué raro suena eso, sobre todo para él que era tan sencillo para vivir —dijo Ana, que miraba cómo Rúdeus y Lucy pasaban gritando mientras Lara conducía.

¡Santo Dios, Lara, quita el pie del acelerador!

¡Quita el pie del acelerador, debes frenar cuando doblas, hija!

—¡Papi, yo me quiero bajar!

—gritaba Lucy.

—¡Yo me quiero bajar!

—Déjame, tú ya tuviste tu tiempo Lucy le decía Lara qué sonreía mientras conducia .

—¿Cómo demonios es que aprendiste tan rápido a pasar los cambios, hija?

—Es a prueba de idiotas, no soy Lucy, jajajaja, esto es divertido — decía Lara, apretando aún más el acelerador con cara de maniática.

—¡Basta, hija, detén el maldito auto!

Le dije.

—Un poco más, weeeeeeeeeee.

Finalmente, frenó cerca de unos árboles y tenía una gran sonrisa, mientras yo estaba asustado y Lucy estaba llorando.

—Deja de llorar, cobarde, le dijo Lara.

—Eres una tonta, lo hiciste a propósito.

—Sí, bueno, no te sirvió de nada ser mejor “espadachina, orejona”, yo soy mejor piloto.

—Lucy, cariño, recuérdame decirle a Eris que debe castigar a Lara.

—¿Por qué, papá?

Me dijo Lara incredula.

—Porque cuando te digo que detengas la maldita camioneta, la detienes.

Si esta fuera nuestra vida real, podríamos habernos matado.

—Es solo un sueño, papá, nada pasará —me dijo Lara.

—Uuuf, Dios mío, ¿porque siento que tu me vas a matar de las rabias qué me haces pasar ?

, Lara .

—No ese será Ars.

—?

Que?¿Como?

¿cuando?.

—Ummm, este lugar es raro —dijo Lara.

—¿A qué te refieres hija?

—Tiene una especie de aura rara —dijo mirando a un lugar donde había muchos árboles, rocas y arbustos y de donde nacía el arroyo.

—Sí, bueno, en mi vida pasada decían que en este lugar aparecían duendes.

—Así como Lucy.

—¡Te voy a matar!

—dijo Lucy saltando sobre Lara mientras se tiraban del pelo.

—¡YA BASTA LAS DOS!

Lara, discúlpate con tu hermana.

—Lo siento, orejona.

Pero creí que habías dicho que aquí no habían más que humanos, papá.

—Bueno, sí, amor, pero recuerdo que cuando era niño había muchas historias así.

Creo que es solo el recuerdo que tengo de este lugar que hace que tú tengas una vibra rara, hija.

—No lo creo, papá, mira, siéntelo, hay mana en el ambiente, muy poco, pero hay.

—Demonios, tienes razón, nunca me di cuenta dije tocando el suelo.

—Claro que no te podías dar cuenta papá , en esta vida no existe el mana, o eso parece, pero este lugar es muy raro, las piedras , los árboles, el pasto, todo es diferente.

—Sí, habían muchas leyendas sobre este lugar, y cuando veníamos con los chicos a jugar aquí.

Amos pistoleros, nos sentíamos incómodos como si nos observaran, pero jamás vimos a nadie, aunque a veces creímos escuchar voces a lo lejos, aunque tal vez eran trabajadores que estaban tras la colina.

—¿Qué decían las leyendas, papi?

—me preguntó Lucy.

—Bueno, no son leyendas, hace unos años, o mejor dicho, muchos años, vivió una familia acá y dicen que el hijo menor jugaba con un duende, que le escondía las cosas, hasta que un día se puso violento y los rasguñó, o al menos eso escuche, le dije .

—¡Qué miedo!

¿Y cómo son los duendes?

—Pues no lo sé, amor, dicen que tienen las orejas largas como tú, pero a diferencia de los elfos que son hermosos, los duendes son horribles, pequeños , pelirrojos ebrios e irlandeses.

—¿Y eso fue real, papá?

—Bueno, conocí al señor que era ese niño y dijo que era cierto.

También muchos veníamos a buscar el supuesto tesoro que escondieron aquí los jesuitas cuando fueron expulsados por el rey hace unos 300 años.

—Ya veo, hay una pequeña carga de mana y un supuesto tesoro enterrado, qué emocionante, no da para que se cree un laberinto o un monstruo, pero es interesante —dijo Lara.

—Sí, mejor regresemos, hija, les dije, este lugar nunca me a dado buena espina .

—Creo que sí hay mana en este mundo, papá, aunque es mínimo…

casi imperceptible —me dijo Lara.

—Tú a veces me recuerdas a tu mamá Azul cuando hablas así, cariño.

—Si, pero yo soy más lista, salí a ti, papá.

—Sí lo sé, pero no se lo digan a sus madres —les dije.

—Yo conduzco —dijo Lara subiéndose al volante.

—No, claro que no —le dije.

—Lucy, hazlo tú.

—Claro —me dijo con una sonrisa.

—Claro, a ella la quieres más, es tu favorita —me dijo Lara inflando sus mejilla.

—Las amo a ambas del mismo modo, la diferencia es que Lucy no intentó matarme de un infarto, Lara.

—Mamá Roja tiene razón, eres un exagerado, papá.

———0———— —Vaya que habrá pasado.

Rudy gritaba mucho —dijo Silphy, que vio pasar a Rudy gritando y a Lara conduciendo.

—Era Lara conduciendo, es una demente como tu Eris —le dijo Roxy.

—Oye, es mi hija, pero tú la diste a luz, así que eso lo saco de ti.

—Sí, pero se la pasa contigo todo el día , de seguro salió demente a ti.

—No, salió a Paulo —dijo de pronto Alejandro.

—¿Qué, Rudy era así?

—No sé cómo sea en su actual vida, pero acá también era un demente, se lanzaba en bicicleta sin frenos desde las colinas sin casco y con Sergio sentado en la parrilla de la bici, no sé cómo no se mataron cuando eran niños.

—¿Pero?

Dijiste que era un chico normal —le dijo Ariel.

—Bueno, eso hacen los chicos, era normal, y también le gustaba la velocidad, cuando aprendió a conducir conducía como un desquiciado, una vez se arrancó de la policía,y los perdió en unos callejones, era un loco.

—Sigue siéndolo —dijo Cliff mientras pedía una cerveza a Alejando .

—Rudy cuando era niño era muy cuidadoso, ¿le pasó algo en esta vida?

.

—No, bueno, era fanático de la Fórmula 1, que es un deporte donde conducen autos muy veloces y su ídolo era Ayrton Senna, y cuando Senna murió en un accidente en Imola, Paulo jamás volvió a conducir como un loco y se volvió muy cuidadoso al volante, y nunca más vio formula 1 .

—Vaya, eso nunca me lo dijo —dijo Silphy.

—Vez, te dije que Lara salió así por Rudy —le dijo Eris a Silphy .

—¿Qué otras cosas no nos habrá contado?

—se preguntó Eris en voz alta .

—Pues no quiero ser un chismoso, pero…

—¡Cállate Lucho!

—lo regañó Alejandro.

—No, yo sí quiero saber —dijo Eris.

—Sí, yo también —dijeron los chicos que se acercaron a Lucho mientras empezaba a anochecer .

—Bien, ¿por dónde empiezo?

—dijo Lucho con una sonrisa.

Pues de seguro les contó que el cura Morales cuando era joven se robó un auto.

—Sí —dijo Silphy nerviosa.

—Bueno, eso es cierto, pero adivinen con quién fue a la playa.

—Rudy dijo que con 3 chicas.

—Sí, pero también íbamos Paulo y yo con unas chicas de la escuela, el pelado Morales era mayor de edad y nosotros aún éramos menores pero estábamos en el mismo curso, el pelado Morales se fue preso, pero antes de dejar el auto botado nosotros regresamos en bus y el pelado se echó la culpa.

—¿En serio Rudy hizo eso?

Dijo Roxy llevándose la mano a la boca.

—Claro que sí, era un loco cuando era adolescente, ahora se hace el señor responsable, dijo Sergio .

—Una vez veníamos de la laguna, que quedaba cerca de un cruce de un tren.

Ahí los gitanos se ponían a vender pailas y ollas de cobre, estaban ofreciendo cuando pasó el tren y traía muchos carros, y los gitanos quedaron al otro lado de la vía y su mercancía a este lado .

—¿Qué es un tren?

—dijo Eris.

—Pues una especie de…

automóvil, pero mucho más largo y con varios vagones como una serpiente.

—Oh, ya veo.

—En fin, nosotros justo quedamos en el otro lado, y Paulo les robó a los gitanos varias ollas y pailas.

Y los gitanos no podían hacer nada por el tren, lo que nos dio tiempo para escapar, cuando llegamos a casa nos repartimos una olla y un sartén para cada uno y se los regalamos a nuestras madres.

—¿Eran ladrones?dijo Cliff muy enojado.

—No, no entrábamos a casa a robar, fue una broma a los gitanos.

—Eso me suena a robo, dijo Zanoba.

—¿Así que la mermelada que hacía mamá la hacía en la olla de cobre que Paulo supuesta ente le regalo para el día de la madre se la robó?dijo Alejandro.

—Básicamente —le dijo Sergio.

—No sé cómo se comportan así trío de idiotas —les dijo Ana.

—¡Hay, tú cállate!

Tú venías con nosotros y también te robaste una paila de cobre, le dijo Lucho .

—¿Tú también, amor?

—le dijo Alejandro.

—¡Hay, tú cállate!Alejandro, Vendiste un furgón abandonado que estuvo en la calle por 2 años a la chatarra para hacer un asado y cuando llegó el dueño y preguntó le dijiste que la municipalidad se lo había llevado.

—No es lo mismo, esa cosa estorbaba, dijo dijo el hermano de Rudeus .

—Debes haberlo olvidado, seguramente —dijo Ana, mirando a las chicas, que se veían conmocionadas por el pasado de su esposo.

Así que todos eran unos bandidos —dijo Silphy inflando las mejillas.

—¡Ay, por favor!

Eso suena genial —dijo Elinalise.

—Amor, por favor.

—Oh, vamos, Cliff, son cosas que hacen los niños para divertirse, no mataban a nadie.

—Bueno, no es tan así —dijo Sergio—.

—Rudy mató gente, dijo Silphy pálida.

—Eeeh, no, pero una vez le dijo a la señora Irene, que era muy católica quien se la pasaba en la iglesia , que la mamá de Lucho había fallecido, y la pobre señora llegó a la casa con un arreglo floral, y la mamá de Lucho salió a recibirla.

—Jaja, sí, aún se acuerda de eso —dijo Lucho.

—Sí, le dieron tremenda reprimenda a Paulo.

Mamá estaba furiosa, lo castigaron un mes sin salir y debía ir todos los días a hacer aseo a la iglesia.

—Con razón a Rúdeus no le gustan las iglesias —dijo Roxy.

—¿Recuerdan cuando estudiábamos en clase de ciencias y Paulo hizo la bomba de ruido y la arrojó al basurero?

Esa cosa estalló muy fuerte, llegó hasta la policía, dijo Ana.

—¿Y qué pasó?

—preguntó Ariel con una gran sonrisa.

—Pues nada, nos hicimos los tontos y negamos todo.

—O cuando tiramos desnudo al pelado Morales en la clase de educación física desde las duchas y lo vieron las chicas —dijo Sergio.

—¡Aaagh!

¡Qué mal recuerdo!

¿También fue Paulo?

Dijo Ana.

—Sí.

—O recuerdan cuando estábamos bebiendo cervezas y Paulo tiró unas cadenas a los cables eléctricos y provocó un gran cortocircuito y debimos salir huyendo por los canales de regadío?

Jajaja, llegamos todos mojados a casa —dijo Lucho.

—¿Recuerdan cuando estábamos bebiendo cervezas cerca del río y Paulo encontró esa lavadora vieja, y dijo que era una buena idea amarrarla a la camioneta y arrastrarla por todo el pueblo a las 3 de la mañana?

Esa cosa sonaba muy fuerte.

Eso fue antes del año 2000, cuando decían que se acababa el mundo, y la cosa sonó tan fuerte que muchas viejas salieron a rezar y otras a la iglesia.

—Sí, lo recuerdo, jajajaja—dijo Lucho—.

Escondimos la camioneta en mi casa y enterramos la lavadora.

La policía estuvo por meses averiguando quién fue.

—Eran unos tarados —dijo Alejandro.

—Oh, tú cállate, tú eras quien conducía esa noche —le dijo Sergio.

—Jajaja, qué divertido.

Paul estaría feliz de salir a beber con ustedes, les dijo Elinalise .

—¿Quién es Paul?

—El padre de Rudy.

—¿Y cómo es?

—preguntó Alejandro.

—Pues idéntico a Rudy.

—O lo siento, yo veo a Paulo como era, no sé cómo se ve ahora.

—Pues parecido a Lucy.

Lucy se parece un poco a Rudy cuando era niño.

—Ya veo, jaja, en fin, así era mi hermano.

—Sí, extraño a ese Paulo —dijo Lucho.

—De qué hablan, aún es un demente —dijo Cliff—.

En nuestro mundo se ha cagado a puñetazos con las personas más poderosas del mundo, tiene amistades muy raras como la reina demonio, los Superd, y siempre está haciendo bromas idiotas, como cuando se lanzó conmigo desde un acantilado y frenó con gravedad los últimos metros.

Es un tarado —dijo Cliff.

—Hay, amor, fue solo una bromita —le dijo Elinalise.

—No sé si sea solo bromita —dijo Zanoba—.

Cuando estaba haciendo la autómata Elise para ti, Cliff, estuvo muy tentado de agregarle un gran miembro a la robot, solo para fastidiarte.

Solo Lady Roxy lo convenció de lo contrario.

—Maldito, dijo Cliff pateando una piedra con una vena hinchada.

—Ya cálmate, Cliff, le dijo Elinalise qué lo volvió a sentar .

—¿Y cuándo dejó de ser así?

—preguntó Elinalise.

—Cuando murió su padre se calmó un poco, pero el golpe fue cuando murió su madre y su ex novia lo abandonó solo unos días después.

Ahí ya era otra persona, hacía bromas y todo, pero ya no de manera salvaje como era, se volvió centrado, y salía muy poco, hasta que un día se fue a Japón y nunca más regresó.

—Me habría gustado conocer a esa versión de él, suena muy gracioso —dijo Elinalise.

—A mí también —dijo Eris.

—En fin, ahí viene —dijo Silphy.

Cuando bajó de la camioneta , Rúdeus estaba regañando a Lara.

—Más te vale portarte bien, Lara, nada más de estas locuras.

—Uuuf, está bien, papá.

—Ya llegamos, las chicas lo hicieron bien…

¿Qué pasa?

¿Por qué me miran así?dije.

—Así que le robaste unas ollas de cobre a unos pobres hombres —me dijo Silphy inflando las mejillas.

Rápidamente me giré hacia Lucho, que me miraba con una estúpida sonrisa.

—Te dije, infeliz desgraciado bastado, mala clase y mal amiga , que no abrieras la maldita boca.

—Ellas no paraban de preguntar, Paulo, me decían: “cuenta, cuéntame por favor, cuéntanos”, en especial esa chica de pelo azul insistía.

—Oye, yo no pregunté nada, fue Ariel la que empezó a preguntar cosas.

Perdón, digo, su majestad.

—A mí me parecieron geniales esas historias, amor —dijo Ariel abrazándome y dándome un beso mientras podía sentir su panza.

—Eras un lunático, Rudeus, ummm, pero me gusta —dijo Eris, quien también me abrazó y me besó.

—Bastardo con suerte —dijo Lucho mirándome.

—Está anocheciendo, mejor regresamos —dije.

—No, quiero ver, la ciudad se ve desde aquí y se ven muchas luces —dijo Elinalise.

Vaya, habían olvidado lo iluminadas que se veían las ciudades de este mundo de noche —dije.

—Mira, papá, una estrella se mueve —dijo de pronto Lucy, sentada frente a la fogata.

—Es un satélite, amor, y esa que viene allá es un avión.

—Qué hermoso se ve de noche; en la Sharia se ven luces, pero no así —dijo Elinalise.

—¿Qué son esas que se mueven?, preguntó Silphy.

—Son vehículos —dijo Alejandro.

—¿También tienen luces?

—preguntó Silphy.

—Sí, amor, para andar de noche, le dije .

—Vaya —dijo, mirándome con una sonrisa mientras yo estaba sentado y a mis lados mis hijas mirando la noche de mi antiguo mundo.

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Leernovelas.com

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