Un Rudeus diferente - Capítulo 257
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257: La lengua de oro 257: La lengua de oro —¿Y ahora qué, papá?
—vamos a despertar —dijo Lara, mientra mirábamos la luces de la ciudad a lo lejos .
—No, aún no ha terminado el sueño, le dije .
—Esto ya me aburrió, vamos a tu casa a jugar Nintendo —dijo Lara.
—Oye, ¿por qué no la llevas al parque de diversiones?
—me dijo mi hermano.
—¡Shihhhhhhhhhhhhh!
Cállate Ale.
—¿Qué es eso, tío?
—dijo Lucy.
—Oh, es genial, hay muchos juegos, montañas rusas, el barco pirata, la cueva del terror, muchos cosas divertidas , venden comida chatarra.
—¿Quieres cerrar la boca, hermano?
—le dije.
—No te enojes, Paulo.
Oye, ¿te acuerdas cuando fuimos cuando teníamos 16 con varios compañeros de escuela y te fuiste a la cueva del terror con la Lengua de Oro?
—me dijo Lucho.
—¿Quién es la Lengua de Oro, Rudy?me dijo Silphy con las mejillas infladas.
—¿Quieres cerrar la maldita boca, Lucho?
—La Lengua de Oro era una compañera de curso, le decían así porque(…).
—Lucho, última advertencia —le dije.
—Jajajaja, ¿en serio, Paulo, con la Romina?
Esa no me la sabía —dijo Ana muerta de la risa.
—¿Quién demonios es esa tal Romina?
—me dijo Eris con los brazos cruzados y muy enojada.
—Nadie, amor, no le hagas caso a estos lunáticos.
—Tú eras peor, Rudy —me dijo Silphy.
—Claro que no, era mal influenciado por estos dos, dije apuntando a los chicos .
—¿Sabías que la Lengua de Oro ahora es doctora?
De hecho, fue a tu funeral — me dijo Lucho.
—¿Quieres dejar de nombrar a la Lengua de Oro?
Quiero decir, a la Romina Montoya.
—Está bien, no te enojes, me dijo Lucho .
—Quiero ir ahí, papá.
—Sí, suena divertido —dijo Roxy.
—Pero, maestro, ¿y los museos?
—dijo Zanoba.
—Uuuf, está bien, vamos allá —dije.
Así que pronto estábamos sobre una furgón que era de mi hermano, ya que éramos muchos e íbamos todos apretados rumbo al parque de diversiones.
El viaje fue un maldito infierno y por Primera vez me sentí realmente como un padre de este mundo .
—Oye, papá, ¿quiénes son estos tipos de blanco que están donde hay banderas?
—me dijo Lara.
—Eeeh, venden dulces, amor.
—Quiero comer dulces.
—Lara, cariño, demoraremos en llegar.
—Yo también quiero dulces —me dijo Roxy, así que como los idiotas tuve que parar y comprarles pastelitos, gaseosas y jugos.
—¿Sabían que esto podía hacerlo simplemente con cerrar los ojos y aparecer en el parque, cierto ?
Les dije —No es lo mismo, quería ver esto me dijo Ariel mirando el paisaje.
—Sí, los caminos son increíbles, maestro.
—Sí, no es la gran cosa.
—Deberías hacerlos en Asúra, Rudy —me dijo Ariel.
—No sé cómo se hacen, además hay que tener muchas cosas, deja los caminos como están, ya están buenos, le dije .
—¿No crees amos muy rápido —me dijo Cliff que comía su pastelito.
—Solo voy a 180 kph deja de fastidiar.
—Estos pasteles son muy dulces, ¿qué tienen, papá?
—Prácticamente harina y azúcar, Lara, es una bomba de azúcar.
—Genial, burp —dijo lanzando un eructo.
—No hagas eso —la regañó Silphy.
—Oye, Rúdeus, ¿por qué va ese tonto adelante?
—me dijo Eris por Lucho.
—Para que no hable estupideces y les cuente tonteras.
— Por cierto, ¿por qué a esa tipa le decían “lengua de oro”?, preguntó Ariel.
— Bueno, lo que pasa es que decían que ella era experta en mama(….).
— ¡Cállate, Sergio, mis hijas van aquí!
— Lo siento, no diré nada.
— ¿Ella hacia algo sucio, cierto?, le preguntó Ariel al oído a Ana, y ella asintió y le susurró al oído.
— Sí, decían que la Romina le gustaba chu(……..) & $#@%.
— ¡Vaya!, dijo Ariel, con una sonrisa, pensando en que ella es una experta .
— Jaja, así es, aunque es un mito; solo lo decía entre los chicos y cuando le pregunté, ella lo negó.
— ¿Qué les estás diciendo a Ariel, Ana?
Dije escuchando como susurraban.
— Nada, Paulo, tranquilo.
— ¡Dios mío, ¿qué es eso?!, preguntó Cliff mirando al horizonte.
— Es la ciudad capital, le dije .
— ¿Tan grande?
— Sí, odiaba venir aquí.
— ¿Por qué, Rudy?
— Porque viajaba todos los días en bus para acá a estudiar, Silihy, y después de clases trabajaba de camarero unas horas antes de volver.
Fueron 5 años, y odio el tráfico, ¡aaagh, qué malos recuerdos!, dije.
— ¿Para qué son esas torres, maestro?
— Son para matar a magos oscuros.
— ¿En serio?
— ¡Jajajajaja, claro que no!
Llevan electricidad a la ciudad, son torres de alta tensión.
— No se burle, maestro.
— Lo siento, Zanoba, cuando estoy tenso empiezo a bromear.
— ¿Y qué te tiene tan tenso?
¿Tu familia y tus amigos de este mundo ?, me dijo Elinalise.
— Sí, algo así.
Sé que son proyecciones de mis recuerdos, pero se comportan, se ven y hablan de más como los verdaderos.
—Oye, Rudy, ¿quiénes son estos tipos que visten iguales con esas luces y te hacen señales?
—me dijo Silphy.
—Maldita sea, es la Policía, ¡rápido Silphy, Elinalise, oculten sus orejas y ocúltaselas a Lucy!
Efectivamente, me hicieron ir a una orilla.
—Buenos días, oficial.
—Buenos días, buenas tardes, documentos, por favor .
—Aquí tiene —le dije mientras miraba hacia atrás; los demás miraban curiosos.
—Son una gran comitiva —dijo el policía que miró hacia atrás.
—Así es señor , vamos al parque de diversiones.
—Ya veo —dijo mirando en especial a Eris, Silphy y Elinalise; obviamente, el hijo de reputa les puso los ojos encima—.
¿Y esas mujeres quiénes son?
Preguntó —Ooooh, es mi familia, mi hermano, mi esposa, dije por Ariel y la familia de mi esposa que vino de eeeeh…
Eeeeh…
Sudáfrica.
No ve que vengo con el negrito a mi lado —dije apuntando a Lucho, que me dio una fea mirada.
—JAJAJA, Ya veo, bastante guapas sus familiares, me dijo el policía.
—Sí, bueno, qué le vamos a hacer, el que puede, puede.
—Imagino, Que sí.
Bien, Tome sus documentos, buenos días —me dijo el tipo y seguimos adelante.
—¿Por qué no le dijiste que todas somos tus esposas?
¿Por qué le dijiste que solo lo es Ariel ?
—me dijo Silphy molesta.
—Porque en este mundo no se practica la poligamia, amor, además está embarazada, solo le seguí la corriente.
—Debiste decirle que todas somos tus esposas, Rudy —me regañó Roxy.
—Amor, la poligamia es un delito en este país le dije .
—¿En serio?
—me dijo Cliff con una sonrisa.
—Bueno, casarse con más de una mujer es delito; vivir con varias mujeres sin casarse no, es un asunto legal, pero por ley no puedo estar casado con todas eeeeh a menos que sea mormón.
—Debiste decirle que estábamos contigo, Rúdeus —me dijo Eris aun molesta .
—¿Y qué le iba a decir?
la rubia es mi esposa oficial, ¿pero adivine qué?
, ¿la pelirroja, la hippie y la platinada son mis novias?
—¿Qué es Hippie?
—preguntó Roxy.
—Este mundo me gusta cada vez más —dijo Cliff con una sonrisa.
—Oh, tú cállate, apuesto a que si Milis aceptara la poligamia habrías tomado como esposa a Isolte.
—Cállate , callate —dijo Cliff saltando sobre mí con una vena en la frente , pero mi hermano lo detuvo.
—¿Qué te pasa, idiota?
¡No vez que Está conduciendo, quieres matarnos?
—No, eeeh, lo siento, señor.
—Y tú, Paulo, deja de molestar al padre Cliff.
—No lo llames padre, no es católico, ni siquiera es de este mundo —le dije.
—Así que papá eres un delincuente en este mundo —me dijo Lucy.
—¿Por qué?
—Porque aquí es ilegal tener 2 esposas y tu tienes 4 y la reina es tu novia .
—Casarse 2 veces es ilegal, Lucy, por la ley, pero fuera del matrimonio y si está consensuado, una persona podría vivir en concubinato con varias parejas y no es ilegal, lo ilegal es casarse ante la ley, no sé si me explico.
Eso es lo ilegal.
—Entonces Rúdeus, si morimos y reencarnamos en este mundo, solo una podrá casarse contigo —me dijo Eris asustada.
—En ese caso, Eris, no nos casaremos, simplemente viviremos juntos los 5 como si fuéramos matrimonio.
—Eeeh, me da lo mismo, si estamos los 5 juntos no me molesta —dijo Eris comiendo su pastelito.
—Bueno, si mueren y vuelven a reencarnar aquí, yo también estoy disponible —dijo Lucho volteando y guiñando un ojo, lo que recibió un puñetazo de Eris.
—Aaaucht, me duele —dijo con la nariz con sangre.
—Te dije, idiota, que no las molestaras —dije poniendo mi mano en su nariz y curándolo.
—Vaya, eso sería muy útil, y así no tener que ir a un hospital —dijo Ana.
—Wow, ¿qué es eso, maestro?
Nunca vi una torre tan alta.
—Sí, no es una torre, es un edificio de departamentos.
—Este lugar es enorme, ¿ya lo conocías, Silphy?
—le preguntó Elinalise.
—Sí, pero vinimos de noche a un bar, se armó una tremenda pelea.
—¿Eso si es una torre?, pregunto Cliff mirando una estructura.
—Sí, puede decirse que sí —le dije a Cliff que miraba una alta estructura que llamaba la atención.
—Vaya, acá sí hay edificios parecidos a Asúra —dijo Ariel, pero mezclados con esos edificios muy altos.
—Sí, estamos en el centro de la capital, esa es una universidad, en esa de ahí estudié yo en esta vida, ese es un ministerio, ahí están las escaleras que llevan al tren subterráneo, y ahí está el palacio de gobierno donde trabaja el presidente.
¿Quién es presidente ahora?
—le pregunté a Lucho.
—No puedo decirte porque estás muerto, pero solo diré que es un completo imbécil —me dijo Lucho.
—Vaya, como siempre .
—El edificio no es tan grande, dijo Ariel.
—Eeeh, no, no como el palacio de plata, aunque tiene subterráneo y varias cosas.
—Es muy lindo aquí, dijo Elinalise.
—Así es, ahí está la catedral.
—¡Quiero entrar!
—dijo Cliff emocionado, pero todos le dijeron que se fuera al demonio; nos tuvo 2 horas en la catedral de mi ciudad natal.
—Ahí está otra universidad y aquí bajamos, dije .
—¿Dónde estamos, maestro?
—Un museo Zanoba, aquí podrás ver esculturas, pinturas y todo lo que te gusta.
—Maestro —dijo abrazándome.
—Uuuf, qué aburrido —le dijo Lara a Lucy, quien asintió.
—Ojo Zanoba, nada de llevarte cosas.
Estamos en un sueño, pero se comportan como en la realidad, no queremos problemas.
—Claro, maestro.
—No entiendo, Rudy.
Aquí hay cosas que siempre ocupamos en nuestro mundo: carruaje, ropas normales, pinturas…
No entiendo —me dijo Ariel.
—Bueno, amor, ya te dijo que para este mundo estas cosas son antiguas.
—¿Cómo avanzaron tan rápido?
En mis 400 años no he visto muchos cambios en nuestro mundo, aparte de que crecen las ciudades, pero básicamente aún vestimos y nos movemos igual —dijo Elinalise.
—No tener maná supongo que volvió a estos humanos más creativos —dije—.
Aunque hubo casi mil años de estancamiento, a eso se le llamó la Edad Media.
—¿Por qué pasó eso, maestro?
—me preguntó Zanoba.
—Muchas cosas, pero la caída del Imperio Romano y el cristianismo fundamentalista hacían que cualquier cosa que crearas te trataran de hereje y te quemaran en la hoguera.
—¡Qué horrible!
—dijo Roxy.
—Así es, quemaron a muchas personas por brujería.
—Uuuf, esto es aburrido —le decía Lara a Lucy.
—Sí, muy aburrido.
No sé por qué papá siempre cumple los caprichos de tío Zanoba.
—Mamá Roja me dijo que el tío Zanoba ayudó a papá a escapar de prisión cuando era niño —le dijo Lucy.
—Lo sé, pero…
¿no crees que está algo loco?
Míralo cómo mira esa estatua de mármol, parece un completo zoquete.
—No lo llames así, Lara, es de los mejores amigos de papá.
—Yo soy el mejor amigo de tu papá, niña —le dijo Lucho.
—Pero papá ya está muerto acá.
—No importa, fui su mejor amigo de todos los tiempos, y sí, se ha vuelto aburrido.
Antes nunca veníamos a museos, uuu quiero ir a un parque de diversiones.
—¿Y qué hay ahí?
—le preguntó Lucy.
—Montañas rusas, una rueda que gira, hay muchas cosas divertidas.
—Papá nunca me habló de ello —dijo Lucy.
—¿Y qué te cuenta tu papi de ese mundo, niña?
—Pues más que nada de su niñez, del Nintendo, de dibujos animados, de películas, de libros, de fútbol, de juegos de mesa y cosas así.
—No le hagas caso a tu padre, niña, a él le gustaba un equipo segundón jajajaja.
—Papá siempre habla de música —dijo Lara—.
Una vez estaba furioso conmigo cuando le corté las cuerdas a su guitarra, Mamá Roja me castigó por eso, pero Mamá Nana me dio las gracias porque dice que papá canta muy feo.
—Sí, tu viejo canta pésimo, por eso cantaba yo, lo extraño mucho, la verdad.
—¿En serio?
—Claro, nos conocíamos desde niños, nunca dejamos de ser amigos y un día simplemente nunca más lo vi.
—Él no habla mucho de ustedes o mis tíos —dijo Lucy.
—Tal vez le da tristeza —dijo Sergio que venía atrás escuchando.
—No lo sé, papá siempre se ve contento, salvo cuando Ars y Lara lo sacan de quicio —dijo Lucy.
—¿Quién es Ars?
—Nuestro hermano, es un engreído idiota —dijo Lucy.
—Sí, Paulo no era tan engreído, en realidad, en personalidad tú me lo recuerdas más, niña —le dijo a Lara.
—Qué raro, papá dice que salí con la personalidad del abuelo Paul.
—Sí, quién sabe —dijo Sergio.
—Ya dejen a las niñas en paz —dijo Ana—.
No les cuenten estupideces de su padre.
—No le hemos dicho nada malo.
—Siii, pero uuuf, un museo, qué aburrido se ha vuelto Paulo, deberíamos ir a la playa, no en este lugar.
—Sí, pero el flaco y el cura se ven emocionados —dijo Sergio.
—Ellos son unos aburridos —dijo Lara en un susurro.
—Sí, así parece —les dijo Lucho sonriendo.
—Debo admitirlo, la mujer del cura es bonita —dijo Sergio.
—Cuidado con lo que dices, ella es nuestra abuela —dijo Lucy.
—Tranquila, solo dije que es bonita.
—Uf, hasta qué hora estaremos aquí.
Mira al tío Zanoba, estaba babeando mirando cómo esa mujer hace una escultura.
—Él parece un loco —dijo Ana.
—Lo es, solo le gustan las estatuas, y figuritas.
A papá no le gusta que lo digamos, pero creo que el tío Zanoba está chiflado —dijo Lara.
En ese momento llegó Silphy.
—Dejen de llamar chiflado a Zanoba, y les recuerdo que ustedes se metieron en este sueño sin permiso.
—¿Cómo oíste lo que hablaban si estabas muy lejos?
—preguntó Alejandro.
—Bueno, tengo audición ferál.
—¿Ferál?
—Sí, tengo sangre de gente bestia.
—Claro, gente bestia —dijo el hermano de Rúdeus mirándose con sus amigos.
—Y ustedes dos dejen de quejarse —las regañó.
—Uf, no sé qué demonios le encuentra papá y el tío Zanoba a estas cosas.
—Pues ganan dinero con eso —dijo Lucy.
—¿Paulo es escultor?
Preguntó Lucho.
—Eeeh, ganaba dinero cuando era novio de mamá Blanca haciendo figuritas, pero ahora se dedica a hacer misiones para el tío Orsted.
Papá tiene dinero, inventó el ajedrez, el reloj, escribió muchos libros, inventó la imprenta, el telescopio, las autómatas y muchas cosas geniales.
—Así que el desgraciado básicamente se ha hecho de dinero plagiando inventos antiguos de ese mundo —dijo Alejandro.
—Sí, mami Nana siempre le dice lo mismo.
—¿Y qué libros ha escrito?
—preguntó Ana.
—Pues Drácula, Depredador, Alien, El Hombre Lobo, Batman, Robin Hood, El Señor de los Anillos, Star Wars, Freddy Krueger, La Momia, etc., etc.
—¡Maldito plagiador hijo de #@!
—Oiga, no le diga así a mi papi —le dijo Lucy enojada a Lucho.
—Lo siento, cariño, pero tu papi, si viviera acá se llevaría tremenda demanda por derechos de autor —dijo Lucho.
—Sí, sería como el tipo que escribe este fic, debería darle gracias a que los japoneses tienen cultura de aceptar los fanfics, si no ya estaría súper demandado, como todos los autores de fanfics que publican en internet.
—¿De qué hablas, tío?
—le preguntó Lara a Alejandro.
—No me hagas caso, querida.
—Bien, ya vámonos —dijo de pronto Rúdeus , ya algo aburrido de este lugar.
—Pero maestro, las hacen a mano —dijo Zanoba casi llorando.
—Ya vámonos, esto aburre, lo veía todos los días en tu taller —le dijo Cliff.
Así que, casi arrastrando, tuvimos que subirlo a la furgoneta.
—Ya bien, vamos al maldito parque —dije algo enojado.
Este maldito viaje me hizo recordar por qué odiaba la capital.
Esta gente lo encuentra maravilloso, por los edificios altos y los autos y buses que pasan, pero yo lo odiaba, no porque la capital fuera fea, de hecho es bonita, pero el tráfico lo odio, el ruido, los bocinazos, los taxistas insultándose entre ellos, los malditos idiotas que vendían en la calle que apenas te dejaban caminar, está lleno de palomas las plazas.
Pensaba en eso mientras nos dirigíamos al maldito parque de diversiones.
—¿Por qué la cara, Paulo?
¿Estás enojado?
—No, Lucho, estoy concentrado conduciendo.
—Deberías estar más feliz, vamos al parque.
—¿No estamos un poquito viejos para ir al parque de diversiones?
—Claro que no, ¿no recuerdas cuando veníamos a mirar culos?
—¡Shhhhhhhhhhhhhh, cálmate imbécil, mi familia viene atrás!
—Jejeje, escuché eso —dijo Elinalise.
—No le hagas caso, Lucho es tonto —le dije.
—Vamos, no seas mentiroso, ¿te acuerdas de la lengua de oro y cuando…?
—Escucha, idiota, otra palabra, y más te bajas y regresas a pie a tu casa, ¿entendiste?
—Bien, pero no te enojes.
—Bien, ya llegamos —dije estacionándome.
—Papi, ¿qué es eso?
—me dijo Lara con una gran sonrisa.
—Es la montaña rusa, amor.
—Eso se ve peligroso, Rudy.
—Tranquila Roxy , es seguro.
—Oye, Rudy, tengo hambre, ¿qué vendían aquí?
Dijo Eris.
—Eeeh, churros, papas fritas, cosas chatarras, helado.
—Vamos a comer algo —me dijo Ariel.
Así que, como un pelotudo, tuve que ir a comprarles cosas a las chicas que al parecer cada vez que entran a mi mente les da un hambre de otro mundo, ni hablar de las niñas que devoraron sus churros, lo mismo que Roxy.
Qué bueno que esto es un sueño, si no la diarrea por comer todas esas cosas sería explosiva.
Bien, ¿a dónde quieren ir primero?
—le pregunté.
—A eso —dijo Lara apuntando a la montaña rusa.
—Bien, ¿qué esperamos?
¡Vengan!
Así que los subimos a todos.
Como este es un sueño , no había casi nadie, y tampoco hubo problemas por las niñas o Ariel, que está embarazada cuando subimos .
—Oye, Rúdeus, ¿por qué nos pones esta cosa en la cintura?
—preguntó Cliff.
—Ya lo verás —le dije con una sonrisa.
—Eso no me gusta —me dijo Roxy.
—¿Qué cosa?
—Te ríes de la misma manera que lo hace Lara cuando planea algo malo.
¿Qué va a pasar, Rudy?
—¿Confías en mí, mi amor?
—Cuando ríes así, no, le dijo mi enanita.
—Ya, relájate.
—Sí, ya relájate enanita —le dijo Eris que venía atrás con Silphy, que venía nerviosa.
Así empezamos a subir lentamente.
—Vaya, esto es entretenido se ve la ciudad desde lo alto —dijo Cliff.
—Sí, es bastante relajante —dijo Elinalise.
—Lara, Lucy, afírmense —les dije en castellano para que los demás no me entendieran.
Lara me dio una gran sonrisa, mientras Lucy me miró con preocupación.
De pronto soltaron el freno y caímos a gran velocidad.
—AAAAAAAAAHHH BAUA, ¡BÁJAME, BÁJAME, RUDY, AAAAAAAAH!
—YA DEJA DE GRITAR, ENANITA, ESTO ES GENIAL —gritaba Eris, que sonreía.
—ESTO ES HORRIBLE, RUDY, AAAAAAAAH, POR FAVOR, BÁJAME DE ESTO —gritaba Silphy.
—ERES UN DESGRACIADO IGUAL QUE PAUL, SABES QUE ODIO LAS ALTURAS, INFELIZ BASTARDO, TE LO DIJE CUANDO ME LLEVASTE VOLANDO EN BEGARIT.
¡TE DIJE QUE ODIO ESTO, AAAAAAAGH!
—gritaba Elinalise.
—JAJAJA, SÍ, MÁS RÁPIDO, MÁS RÁPIDO —gritaban Lara y Lucy a su lado no decía nada, pero estaba pegada a su asiento, y fue peor en el primer giro de 360 grados.
Cuando al fin terminó la vuelta, y bajamos, Silphy y Roxy me daban puñetazos.
Ariel, se comportó normal, pero aun así estaba algo asustada.
Elinalise también se vino directo a darme golpes.
—¿Dónde está Cliff?
—dije.
Cuando miramos, él estaba desmayado en el carro.
—¡Santo dios, Cliff!
—dije bajándolo.
—¿Esto ha muerto?
—dijo Lara pinchándolo con una rama.
—No, estamos en un sueño.
De pronto, Cliff abrió los ojos.
—Desgraciado, eres un infeliz —dijo agarrándole de la solapa —Desgraciado, lo hiciste a propósito, ¿cierto ?
—Oh, ya cálmate, maldito hipocondríaco, es seguro, le dije.
—No me subiré más a estas cosas.
—Maldito cobarde, le dije .
Y así empezamos a subirnos a todos los juegos.
Cliff, Elinalise, Roxy, Ariel y Silphy decidieron no subirse a ni uno más y solo recorrer esas tonteras de los botes a pedales, los autos chocones o el carrusel.
Sin embargo, con Lucy, Lara y Eris recorrimos casi todos.
Eris, a pesar de ya tener 30, aún es la niña de Roa que todo la emociona.
Fue lindo compartir este día con ellas tres, y Lucy, a pesar de que se asustaba, aún así nos seguía, creo que no quería quedar como una cobarde frente a su mamá Roja.
Finalmente, todos entramos en la cueva del terror sobre los botes.
Aquí Cliff sí fue porque, según él, está acostumbrado a enfrentar fantasmas, aunque igual se asustaba y abrazaba a Elinalise.
Mientras yo viajaba en un bote con Lucho, Sergio y mi hermano.
—¿A cuál amas más, Paulo?
—¿A qué te refieres?
—De tus esposas.
—A todas las amo por igual, aunque con la que más he tenido problemas es Ariel, pero aun así la amo mucho.
—Quién lo diría, se ve la más tranquila, dijo mi hermano .
—Tan tranquila, si supieras…
—Pensé que ya no creías en el amor, Paulo —me dijo Sergio.
—¿A qué te refieres?
—¿No lo recuerdas?
—¿Qué cosa?
—Antes de que te fueras hablamos del amor, y dijiste que era algo solo momentáneo y que no existía.
—Bueno, eso lo decía por Lucho que se iba a casar por 4ta vez.
—No, lo dijiste seriamente, dijiste que no existía.
—Sí existe, es difícil mantenerlo como yo y Ana, pero sí se puede —dijo mi hermano.
—Yo también aún estoy casado —dijo Sergio—, a pesar de todos los problemas y que mis padres no aceptaban a Claudia porque ya tenía un hijo.
—Supongo que mi destino siempre fueron ellas, y tal vez por ello jamás encontré a nadie en esta vida —les dije.
—5 mujeres, maldito suertudo, ojalá al morir nazca en ese mundo.
—Con tu suerte serás un Milis —le dije a Lucho.
—Jaja, ¿como el cura?
Bueno, si tuviera una mujer así también le sería fiel —dijo Lucho.
—¿No dijiste que era una ninfómana?
Me dijo Sergio.
—Shhhhi, sí lo era, pero era una maldición, ahora está curada.
—Eso suena peligroso, maldiciones y magia, monstruos y cosas así.
—Pues sí lo es hermano —dije.
—Ana está feliz con tus hijas, ella siempre dice que le hubiera gustado verte con hijos.
—Hijos, 9 hijos, maldita sea, jajaja, aunque Ariel me niega a Edwards y Sariel.
—¿No son tuyos?
—Sí lo son, Lucho, es obvio que son míos, pero ella teme que los puedan dañar por ser hijos de un plebeyo.
—¿Cómo es que te tiraste a una reina?
—No me la tiré, ella me tiró a mí.
—Jajaja, claro.
—Es cierto, hermano, la maldita me drogó y se acostó conmigo.
—Jajaja, no te creo una mierda —me dijo Lucho.
—Crean lo que quieran, imbéciles.
—En fin, oye Paulo, ¿te acuerdas de la Lengua de Oro?
—Y dale con la Lengua de Oro, ya basta, Lucho, Romina no me hizo nada ese día, y eso era un mito que inventó el pelado Morales porque la Romina nunca le aceptó sus avances, e inventó ee rumor por despechado, pelado alcahuete.
—Si tú lo dices, pero era linda la Lengua de Oro, al menos no le diste un besito o algún revolcón.
—Ya cállate, Lucho —le dije mientras salíamos del último juego.
—Esto fue genial, Rúdeus —dijo Eris abrazándome.
—Sí, papá, la pasé genial —dijo Lara con una gran sonrisa.
—Sí, pero creo que ya es hora de regresar —les dije.
—¿Qué tan pronto?
—se quejó Lara.
—Lo siento, hija, falta poco para despertar.
—Aún queda una hora, ¿por qué no vamos a la playa?
—me dijo Ariel.
—¿Qué dicen?
—Les dije a los chicos y todos asintieron.
—Bien, pero hasta aquí llegamos nosotros —dijo mi hermano.
—¿Por qué?
—Porque ya estoy más tranquilo al verte con hijos, hermano, y siento que ya puedo estar tranquilo.
—Sí, nosotros también —dijeron mis amigos, mientras me abrazaban.
—Espero que no nos hayas olvidado, amigo me dijo Lucho .
—Si ustedes están aquí quiere decir que no los he olvidado, Sergio, Lucho, Ana .
—Supongo —me dijeron sonriendo.
—Bueno, estoy feliz de haber visto a tus hijas, amigo mío —dijo Lucho, que se convirtió en polvo, seguido de Sergio.
—Te amamos, Paulo, siempre estaremos aquí si quieres vernos.
—¿En mi mente?
—Así es, Hermanito —dijo Alejandro, haciéndose polvo junto a Ana.
—Uuuf.
—¿Todo bien, Rudy?
—Sí, Silphy —dije abrazándola.
—Bien, vamos a la playa, tómense de las manos y déjenme concentrarme —dije mientras los ruidos de las olas y las gaviotas me hicieron abrir los ojos.
—Qué lindo, se parece al Windport, pero con más verde —dijo Elinalise.
—¿Por qué siempre estamos con bikinis diminutos y con esta parte metida en el trasero?
—me dijo Eris.
—Es mi sueño, yo las sueño como quiero.
—Qué linda ciudad, maestro.
—Sí, es bonita, el clima es diferente y no hay monstruos en ella, así que pueden meterse tranquilos.
—Vamos, Cliff —dijo la elfa, que tomó a su enano esposo y se metió al mar.
—¡Vayan ustedes también, niñas!
—les dije, y Eris se las llevó con su acostumbrado entusiasmo.
—¿Tú no vas a ir, Zanoba?
—No sé nadar, maestro.
—¡Tonterías, vamos!
—dije poniéndome de pie con Silphy.
—¿Tú no, Roxy?
—Claro que no, déjame aquí.
—Sí, bueno, ¡VEN AQUÍ!
—le dije, tomándola en brazos y corriendo con ella a la playa.
—¡No, Rudy, está fría, está fría!
¡Cuidado, una ola!
—Y así nos sacó una ola, arrastrándonos hasta la orilla.
—Odio que hagas eso.
—¡Vamos, es genial, todos se divierten!
—Oye, maestro, ¿qué es eso?
—Eeeh, un barco, Zanoba.
—¿Tan grande y sin velas?
—Así es.
Así estuvimos un rato en el mar hasta que salimos, aunque debimos sacar a Lara y Lucy a la fuerza.
—Eres malo, papá, yo quería seguir en el agua.
—Ya está por terminar el sueño, amor, vengan —dije, sentándome en la arena mientras atardecía.
—Qué lindo es este mundo.
—Es igual que nuestro mundo, Elinalise, aunque sin más razas y sin monstruos.
—Por eso es genial, salvo que hay solo humanos.
—Gracias por mostrarnos esto, maestro.
—De nada, Zanoba, siento no haber nacido en Europa para haberte mostrado las grandes esculturas del mundo.
—Jaja, bueno, puede invocar un libro que las muestre.
—Le diré a Nana —le dije.
—Es muy diferente, pero a la vez parecido —me dijo Cliff.
—Sí, los llevaría a Japón, pero no quiero que nos topemos con mi muerte, eso podría hacerles mal.
—Mejor que no —me dijo Ariel.
—Supongo que está terminando.
—Le daré una última vista a la ciudad —dijo Cliff, mirando hacia atrás.
De pronto sentí que solo estaba con Ariel, sentada en mi regazo.
—¿Te gustó, amor?
—Claro, Rudy.
—bien, te veo pronto —dije, besándola, y después de ello todo se fue a negro.
—¿Despertaste, Ariel?
—dijo de pronto Silphy.
—Sí, eso fue genial.
—Claro que no, me asustaron las montañas rusas.
—Con razón se movía tanto —dijo Nanahoshi—, las llevó a un parque de diversiones.
—Sí, fue más que nada por las niñas, por cierto, ¿dónde están esas dos?
—Pues despertaron primero y huyeron, pero Eris las atrapó y están afuera haciendo ejercicio.
—Dios, mejor voy a verlas —dijo Silphy.
—¿Todo bien, Roxy?
—Sí, Rudy siempre hace lo mismo, me tira al mar y corre hacia las olas, es un tonto —dijo algo enojada mientras iba al baño.
—¿Y tú, Ariel, todo bien?
—Sí, la pasé genial, ¿qué hay de ustedes?
—le preguntó a los chicos.
—Tu esposo es un demente, Nanahoshi, es un loco, lo era en esa vida y lo es en esta.
—Lo sé, por eso lo amo.
—Jajaja, no le hagas caso a mi Cliff, se desmayó en la montaña rusa.
—¡Jajaja, jajajaja!
—¿De qué te ríes, Nanahoshi?
—De ti, eres un exagerado, Rudy tiene razón.
—Ya, vámonos, Elinalise, vamos a desayunar.
—Quédense todos, les hice desayuno, vengan, pasen a la mesa.
—Sí, Lady Nanahoshi, ¿podría invocar un libro con esas fotos de las obras de arte de su mundo?
—Claro, alteza —le dijo Nana a Zanoba —, pero ahora vaya a comer, los niños ya están en la mesa, adelántense, voy a despertar a Rudy.
Así que cuando se fueron, Nana besó a Rudy en la mejilla.
—Ya, despierta, amor.
—¿Nana?
—Sí.
—¿Qué pasó?
—Ya despertaron, amor, Cliff y Roxy están muy enojados por la montaña rusa.
—¿Qué?
Oooh, cierto, jajajaja.
¿Por qué esa sonrisa, Nana?
—Por nada, me perteneces por las siguientes dos semanas y no te voy a compartir con nadie —dijo, besándome.
—¿Cuándo pasaste de ser una chica encerrada y arisca a una depredadora sexual?
—Ummm, creo que desde la primera vez que te toqué el muñeco.
—Jaja, pervertida, vamos a comer, por cierto, ¿dónde están Lucy y Lara?
—Eris las está castigando.
—Bien, déjalas, se lo merecen.
—Lo siento, fui a ver a las niñas pequeñas a medianoche y se colaron.
—No te preocupes, amor.
¿Vendrás a mi mente algún día?
—No, Rudy, quiero volver a ver nuestro mundo cuando regrese.
—Cuando eso pase yo ya no voy a estar.
—No digas eso, ven, vamos a comer.
Cuando me senté en la mesa, miré a mi familia, quienes comían y reían, salvo Cliff, que aún estaba molesto.
—Tus amigos son peculiares, Rúdeus —me dijo Elinalise.
—Eran unos dementes.
—Y tú eras de los mismos locos —me dijo Silphy.
—Por cierto, ¿por qué Lucy y Lara fueron y nosotros no?
—me reclamó Ars.
—Porque lo hicieron sin mi permiso y están castigadas ambas.
—Valió la pena —dijo Lara.
—¿Y ahora qué haremos?
—me dijo Eris.
—Bueno, Ars entra a la universidad, hay que comprar sus cosas, y debemos ir a ver a Jino Britss después que Ariel dé a luz.
—¿Puedo ir yo?
—dijo Alek, que entraba con Aisha de la mano.
—Claro que sí —le dije.
—Genial —dijo, sentándose al lado de Siegh mientras le acariciaba el cabello.
—Lady Isolte de seguro querrá ir —dijo Ariel.
—Bueno, que vaya, debo reclutar a Jino y Nina, además vamos a conocer a la hija de ambos, ya debe tener unos cinco años esa niña.
—Sí, también quiero verla —dijo Eris.
—Oye, papá, ¿puedo ir?
—Claro que no, Ars.
—Es que quiero conocer al Dios del Filo, una vez me gradúe pienso hacer como mamá e ir a estudiar ahí.
Eris me miró y asintió con la cabeza.
—Está bien, Ars, irás con nosotros, pero será después que nazca tu hermano.
—¡Genial!
—dijo Ars, comiendo su desayuno con una gran sonrisa.
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